Palabras para el silencio

SOBRE UNA ORACIÓN DE K. RAHNER, EN
“PALABRAS PARA EL SILENCIO”
“Señor, otra vez es Adviento en el tiempo de tu Iglesia.
Otra vez rezamos las oraciones
de la expectación y de la constancia,
los cantos de la esperanza y de la promesa.
Y otra vez toda miseria,
toda expectación y todo aguardar
lleno de fe se reúnen en la palabra:
¡Ven!
Pero tú ya has venido.
Pusiste tu tienda de campaña entre nosotros,
has participado de nuestra vida con sus pequeñas alegrías,
con su larga rutina, con su conflicto y dolor.
¿Podríamos invitarte con nuestro “Ven”
a algo más profundo que esto?
Y sin embargo, llenos de esperanza,
te decimos:
¡TÚ ERES EL QUE TIENE QUE VENIR!
Se dice que vendrás de nuevo, es cierto.
Pero no se trata de volver de nuevo,
pues nunca nos abandonaste.
Al decirte: “Ven”, deseamos que se manifieste
con mayor claridad que tú ya estás en todo,
que el corazón de todas las cosas
se ha transformado ahora,
porque tú las has habitado con tu presencia.
Por eso, llenos de esperanza, te decimos:
¡TÚ ERES EL QUE TIENE QUE VENIR!
Tú vienes.
Esto no es pasado ni futuro.
Sino el presente que se llena de ti.
Siempre está presente la hora de tu venida…
Haz que vivamos
en esta hora atentos a tu venida.
AMÉN”
Xabier Azkoitia
(Responsable SAE Centro San Camilo)
Ni un vaso de agua quedará sin recompensa
Ni un vaso de agua quedará sin recompensa
Tú te das cuenta, Señor, de todos los detalles.
Tú conoces nuestras necesidades,
nuestros egoísmo y miserias te son familiares,
pero te alegras por cada pequeña cosa
que hacemos por el otro.
Tú nos presentas mil ocasiones de amar
a lo largo de la vida cotidiana, como son:
la sonrisa al que vive a nuestro lado,
la disculpa al que comete un error,
el agradecimiento a quien nos sirve,
la broma al que nos encontramos,
la preparación de cualquier alimento,
recoger lo del otro, sin quejarnos,
suplir, sin pasar factura,
disculpar a quien nos hirió.
Tú nos haces caer en la cuenta de la necesidad
de un telefonazo oportuno,
de una carta de acompañamiento,
de una felicitación a alguien lejano,
de una visita al que está solo,
de una caricia estimulante,
de un modo gratuito y con amor,
de un aplauso de reconocimiento
y del más mínimo detalle hacia cualquiera.
Tú potencias en nosotros el Amor, impulsándonos a:
abrazar expresando el cariño,
guiñar el ojo, en señal de atención,
apretar la mano, acompañando un duelo,
crear un regalo, con toda ilusión,
hacer hueco al otro, cuando hay poco espacio,
perder protagonismo, para potenciar autoestimas,
y a poner pasión e ilusión al amar de verdad.
Cuando Tú nos invades, Señor… nos haces todo Amor.
Mari Patxi Ayerra, La Palabra del Domingo y fiestas. Ciclo B
Oración Jocista
Señor Jesús:
Te ofrecemos todo el día nuestros trabajos, nuestras luchas, nuestras alegrías nuestras penas.
Concédenos, como a todos nuestros hermanos de trabajo, pensar como Tú, trabajar Contigo, vivir en Ti.
Danos la gracia de amarte con todo nuestro corazón y de servirte con todas nuestras fuerzas.
Que tu Reino sea un hecho en las fábricas, en los talleres, en las minas, en las oficinas, en los campos y en nuestras casas.
Que las almas de los obreros que en el día de hoy se encuentran en peligro permanezcan en tu gracia. Y que, por tu misericordia, los obreros muertos en el campo de honor del trabajo descansen en paz.
Corazón Sagrado de Jesús!
íBendice a la Juventud Obrera!
¡Corazón Sagrado de Jesús!
¡Santifica a la Juventud Obrera! ¡Corazón Sagrado de Jesús!
¡Venga a nosotros tu Reino por medio de la Juventud Obrera Católica!
¡Reina de los Apóstoles!
¡Ruega por nosotros!
Oración por la cólera y el amor (G. Rovirosa)

ORACIÓN POR LA CÓLERA Y EL AMOR
(Guillermo Rovirosa)
¡Señor! ¡Consérvame mi cólera!
Para que ante la injusticia mi corazón se rebele,
para que no me resigne ante el mal de este mundo,
para que mi alma sienta la rabia del orden que tapa el desorden,
y para que me sienta capaz de luchar por un mundo más justo.
¡Señor! ¡Purifica mi cólera!
Para que no piense que soy yo quien lucha, sino nosotros,
para que no piense en mí, sino en mi prójimo.
Porque la cólera por causa “mía” lleva al odio;
la cólera por “nuestra” causa conduce la amor.
¡Señor! ¡Dame tu amor!
Para que mi cólera no sea obra del infierno,
para que mi cólera sea com-pasión auténtica y fuerte,
para que mi cólera sea amor a todos los desheredados,
para que mi cólera no sea contra los hombres, sino contra su mal.
(G.Rovirosa)

ORACIÓN POR LA CÓLERA Y EL AMOR
(Guillermo Rovirosa)
¡Señor! ¡Consérvame la cólera!
Que ante la injusticia, mi corazón se rebele.
Que sienta en mi alma la rabia del orden que tapa el
desorden.
Que me sienta capaz de luchar.
Que pueda, en cualquier tiempo,
coger el látigo y arrojar a los mercaderes del templo.
Porque Tu templo no es solo la Iglesia. ¿No se lo dijiste a
la samaritana?
Tu templo son las fábricas, los despachos,
los talleres el lugar desde donde te rezamos.
Y hay hombres que han convertido la casa de Dios en cuevas de ladrones.
Que me sienta capaz de vencerlos.
No permitas, Dios, que me resigne.
Porque resignarse es declararse vencido.
Y sólo ante Ti debemos declararnos vencidos. Ante nadie más.
Y nunca ante los sembradores de iniquidad.
¡Señor! ¡Purifica mi cólera!
Que en mi ira no piense en mí, sino en la gloria del Padre y en mi prójimo.
Como Tú lo hiciste. Como fue Tu ejemplo:
constante rebelado, compañero de los hijos del Trueno,
venido a sembrar guerra y no paz,
sumiso al Padre y muerto por amor a tus hermanos.
Que me sienta yo, como Tú, capaz de vivir y morir por mis hermanos.
Que no piense que soy yo quien lucha, sino nosotros.
Que no piense que soy yo quien te reza,
sino que en mí confluye el grito de los oprimidos.
Porque la cólera por causa “mía” lleva al odio;
la cólera por “nuestra” causa conduce al amor.
¡Señor! ¡Dame el amor!
Dame el amor, Dios, para que mi cólera no sea obra de infierno.
Que mi cólera sea amor a mis compañeros.
Que mi cólera sea amor a todo el pueblo desheredado.
¡Pobre pueblo, oprimido siglo tras siglo!
Que mi cólera sea pasión con ellos: la “com pasión” auténtica y fuerte.
Que mi cólera sea también amor al enemigo;
al pobre, al desgraciado sembrador de injusticias,
al que ha derribado Tu altar y en su lugar ha fundido un ídolo de oro.
¡Dios! ¡Apiádate de él y, por su bien, ilumínale! ¡Que te conozca!
Que mi cólera no sea contra los hombres, sino contra su mal. Que no sea odio.
¡Señor! Tú sí, porque Tú sabes qué quiere decir esta palabra: ¡Dame Tu caridad!
Corazón de Padre y de Madre

CORAZÓN DE PADRE Y MADRE
Si al pensar en mis hijos
me emociono más de lo que a veces quiero;
si al mirarlos cada día
creo que son joyas inmerecidas;
si al verlos en peligro
corro a socorrerles con el corazón en vilo;
si cuando hacen alguna fechoría
estoy deseoso de perdonarlos;
si cuando desbaratan mis planes
tiendo siempre a justificarlos;
si cuando tengo que corregirlos
sólo sé hacerlo con cariño;
si cuando los castigo aún convencido
me duele en lo más íntimo:
si cuando piden perdón
me derrito aunque vuelvan a hacer lo mismo;
si cuando ríen sus ocurrencias
me parecen pillos en fiesta;
si cuando estoy con ellos
camino lleno de vida y muy erguido...
Y si cuando se me pierden
me encuentro perdido
hasta encontrarlos y recuperarlos
sanos y salvos.
Si esto me pasa a mí,
que no soy bueno,
que a veces desconfío de ellos
y de mí mismo,
que sólo soy un aprendiz de tus deseos...,
¡qué no te pasará a Ti,
que eres bueno,
que tienes un corazón de ensueño
y que no sabes desconfiar de nosotros
aunque nos hayamos ido lejos!
Florentino Ulibarri
Pon tus manos sobre mi, Jesús

Pon tus manos
Pon tus manos sobre mí, Jesús,
tus manos humanas,
curtidas y traspasadas:
comunícame tu fuerza y energía,
tu anhelo y tu ternura,
tu capacidad de servicio y de entrega.
Pon tus manos sobre mí, Jesús,
y abre en mi ser y vida
surcos claros y ventanas ciertas
para el Espíritu que vivifica:
líbrame del miedo y de la tristeza,
de la mediocridad y de la pereza.
Pon tus manos sobre las mías, Jesús,
que están sucias y perdidas;
dales ese toque de gracia que necesitan:
traspásalas, aunque se resistan,
hasta que sepan dar y gastarse
y hacerse reflejo claro de las tuyas.
Déjame poner mis manos en las tuyas
y sentir que somos hermanos,
con heridas y llagas vivas
y con manos libres,
fuertes y tiernas, que abrazan.
Ulibarri, Fl.
¡Vámonos a otra parte!
No es bueno dormirse en los laureles
ni asentarse allí donde nos reconocen.
No es bueno mantener nuestro puesto y estatus
mientras otros son marginados y expulsados.
Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.
No es bueno ser el centro del encuentro
mientras hay quienes se quedan fuera, al margen.
No es bueno vivir con abundancia y confort
mientras otros carecen de lo básico y necesario.
Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.
No es bueno que a uno le atiendan y sirvan
mientras a otros se les esconde y olvida.
No es bueno tener tanta calidad de vida
mientras hay quienes luchan por ella cada día.
Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.
No es bueno creer que estamos en lo cierto
mientras hay tantos hermanos perdidos.
No es bueno quedarse donde hemos llegado
habiendo tantos caminos que no hemos recorrido.
Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.
¡Vámonos a otra parte!
(Florentino Ulibarri -Nov-2014)
Id a decírselo a todos

Id a decírselo a todos
Mari Patxi Ayerra
Id a contarlo, hermanos,
vamos a decírselo a todos:
que Dios está a nuestro lado,
que Él no son normas o ritos,
que Él nos ha soñado felices,
que viene a traernos la luz,
que ya basta de vivir a oscuras,
que con Él todo es vida y amor.
No te lo guardes para ti solo,
porque es una buena noticia.
Él quiere ser nuestro amigo,
vivir la historia a nuestro lado,
facilitarnos el camino
y darnos pistas para vivir.
Recuerda a tus hermanos
que el Reino está aquí, y ahora,
en el momento en que nosotros
queramos construirlo;
que no es nada lejano,
que es este momento
el principal para inventarlo,
que no perdamos tiempo
en hacerlo realidad,
que entre nosotros siempre haya igualdad.
Anima a todo el mundo
para que vayamos juntos
haciendo ya de esta tierra un lugar especial,
donde todos los seres
vivamos en igualdad de tareas y deberes.
No esperes a mañana,
invádete de Dios,
comienza aquí, ahora mismo,
a hacer la creación,
viviendo como hermanos
una historia de Amor.
Ve y siembra a todos los vientos

Ve y siembra a todos los vientos
M. Hubaut
Jesús, Tú eres el Sembrador,
ayer por los caminos de Galilea,
hoy en las rutas de nuestras vidas.
Siembras siempre en abundancia, a voleo,
sin cansarte nunca de sembrar.
Pues sabes que hay que contar
con los pájaros, las zarzas
y el terreno pedregoso.
Tú, que a despecho de inútiles siembras
y de aparentes fracasos,
cumpliste incansable tu misión;
Tú, el Grano de trigo que muere,
sepultado en la oscura tierra,
nos dices a cada uno
de los que envías a la siega:
«Ve a todos los hombres, mis hermanos.
Arriesga mi Palabra, por la mañana,
a mediodía y por la tarde,
tengan la edad que tengan:
en las promesas de su nacimiento,
en los interrogantes de su adolescencia,
en los compromisos, las opciones, los fracasos
y las dudas de su edad madura,
y en el último trance, al cabo de su ruta,
en que se abre la eternidad.
Siembra mi Palabra a todos los vientos,
sin cansarte.
Siembra en las fiestas, en los duelos
y en las revoluciones,
siembra en los movimientos sociales
y en las acciones de protesta,
siembra por las plazas y las esquinas.
Siembra en las tierras devastadas, calcinadas
por la guerra, el odio o la miseria;
siembra en las tierras labradas
por la prueba, el sufrimiento y la oración;
siembra en la tierra disponible de los niños
y de los limpios de corazón.
Siembra en la tierra de cada generación
y de cada cultura,
siembra en las tierras pisoteadas
de los pueblos esclavizados,
siembra en las tierras volteadas y roturadas
al atardecer de la vida.
Y recuerda
que todo cuanto hayas sembrado con paciencia,
muchas veces con esfuerzo y con lágrimas,
otros lo recogerán;
la fecundidad de tu trabajo
se ocultará a tus ojos,
pues nunca será del todo tuya,
sino de mi Padre que está en los cielos.
M. Hubaut, Orar las parábolas, Sal Terrae
Nos refugiamos en ti

Nos refugiamos en ti, Jesús,
nosotros, cansados y agobiados,
para que tus nos alivies.
Traigo en el silencio de mi plegaria
la voz y la presencia de todos
los cansado y agobiados
para que, Jesús, los alivie.
Hago comunidad con todos los obreros,
los que buscan trabajo, los enfermos psiquicos,…
entrelazo mis manos con todos ellos,
que andan derrotados y sin aliento.
Me refugio en ti, Jesús,
y en ti encuentro alivio y fortaleza;
en la simplicidad de tu corazón
encuentro luz y horizonte;
tu yugo será para mi escuela de libertad,
y tu acogida me envía a la tarea calmosa y continua.
Jesús, amigo de cansados y agobiados,
amigo mío,
tu que me revelas el corazón de Dios,
a ti acudo cansado y agobiado.

¡Jesús, cuenta conmigo!
Jesús cuenta contigo, amigo;
espera que tu seas
un testigo de su resurrección.
Nadie puede ser testigo
de lo que no vio,
de lo que no palpó,
de lo que no sintió.
Nadie puede ser testigo
de Jesús resucitado,
si no ha sentido su paz
custodiando todos sus trabajos.
Nadie puede ser testigo
de la vida nueva de Dios,
si no deja que la alegría
envuelva sus horas tristes-muertas.
Nadie puede ser testigo
del mundo nuevo que nace,
si no se llena del Espiíritu,
si no se hace sanador
y se hace solidaridad
con los que se debaten la vida
en la cruz de su orfandad.
Jesús cuenta conmigo, amigo;
déjate tocar por él,
para que puedas luego
tocar y poner vida
donde la vida tiene ahogo.
Jesús cuenta conmigo, amigo.
Manolo Regal

Él nos eligió
Dios nos eligió
para mostrarnos unos a otros
el rostro del amor de Dios.
Somos el vocabulario de Dios;
palabras vivas
para dar voz a la bondad de Dios
con nuestra propia bondad,
para dar voz a la compasión, la ternura,
la solicitud y la fidelidad de Dios
con las nuestras propias
Leo Ro

Oración del testigo
"Id por todo el mundo... “
Estas palabras están dichas para nosotros.
Somos continuadores de tu obra.
Somos compañeros en la misión.
Gracias, Señor Jesús, por tu confianza.
La mies es mucha y los braceros pocos.
Queremos seguir contándonos,
de forma renovada, entre ellos.
Conviértenos primero a nosotros para
que podamos anunciar a otros la Buena Noticia
Danos AUDACIA porque en este mundo escéptico y autosuficiente,
tenemos vergüenza y miedo.
Danos ESPERANZA porque en esta sociedad recelosa y cerrada,
tenemos poca confianza en las personas.
Danos AMOR porque en esta tierra insolidaria y fría,
sentimos poco amor.
Danos CONSTANCIA porque en este ambiente cómodo y superficial,
nos cansamos fácilmente.
Magnificat
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén

Andar por los caminos de Dios.
Orar, es precisamente, eso:
andar (o pasear) por los caminos de Dios.
Y los caminos de Dios siempre conducen
a los mismos lugares:
a lugares de encuentro y vida,
de justicia y fraternidad,
de luz y esperanza.
¿Cuáles son hoy para mí los caminos de Dios?
Florentino Ulibarri