
La desaparición de los símbolos
conduce a la pérdida de identidad.
Xabier Pikaza
16 de enero de 2016
A mediados de diciembre compartí con mis amigos del Círculo Cofrade de Salamanca una tarde de reflexión sobre los símbolos de la Navidad. Ahora, pasadas las fiestas, Javier Blázquez, profesor de historia, uno de los miembros activos del Círculo me ha mandado su resumen y visión general del tema.
Gracias Javier. Tu hermoso resumen me honra, y así he querido colgarlo en mi blog sin cambio alguno.
Quien quiera puede verlo también en
http://www.tertuliacofradepasion.com/2015/12/xabier-pikaza-tertulia-navidad.html
Nos seguimos viendo, seguro, este año que empieza, pues debemos comentar sobre muchas cosas. Un saludo a tus compañeros. Y buen año 2016.
La desaparición de los símbolos conduce a la pérdida de identidad.
El teólogo Xabier Pikaza realizó el pasado sábado un vibrante repaso por distintos aspectos de la Navidad a través de los evangelios
El teólogo comenzó con un interrogante sobre el significado de esta fiesta cristiana. Después de un vibrante repaso por los distintos evangelios, terminó su intervención apelando a la necesidad de símbolos que seguimos teniendo: "Necesitamos símbolos porque la desaparición de los mismos conduce a la pérdida de la identidad. Quienes quitan el nacimiento aceptan a Santa Claus o el Olentzero porque siempre se tiene que acudir a algún tipo de símbolos". "Nuestra sociedad cristiana no puede perder la identidad navideña porque si la pierde, acabará desapareciendo. Y los símbolos nos permiten conservarla", señaló.
Al inicio de su charla, Pikaza apuntó que litúrgicamente, la Navidad es menos importante que la Pascua, aunque en muchos lugares se celebre con mayor intensidad. En la Iglesia comenzó a celebrarse mucho antes la segunda. El nacimiento de Jesús, sin embargo, tuvo que esperar más de tres siglos. Desde entonces es una celebración importante. Para comprender todo lo que implica, debemos acudir a la Escritura.
El primer evangelio es el de san Marcos y de él derivan los otros sinópticos, pero el autor no dice nada del nacimiento de Jesús, sino que comienza con su vida pública.
Con el evangelio de Juan sucede lo mismo. En estos evangelios se habla de la familia, de su procedencia de Nazaret o Belén… Había más textos sobre Jesús, pero la Iglesia aceptó solo los cuatro evangelios canónicos. Había quien quería uno solo, o quienes quisieron incluir más. San Pablo tampoco nos dice nada de la infancia, salvo obviedades como que era hijo de mujer (sin decir nada de su madre) o que procedía de la estirpe de David.
Mateo y Lucas escriben una historia con la que se crean varios símbolos y se dan distintas perspectivas
Sin embargo, indicó Pikaza, los dos evangelistas que conocían a Marcos son los que sí van a decirnos algo sobre el nacimiento e infancia de Cristo. Siguen el texto de Marcos, pero tratan de perfeccionarlo. No se conocían entre sí, porque estaban separados por 600 kilómetros, pero en ambos casos entienden que deben abordar la cuestión del nacimiento y lo cuentan de una manera muy bella. Cada uno a su manera. Mateo, judío, en Antioquía, va seguir una línea más nacionalista. Lucas, en Éfeso, forma parte de la sociedad romana y conoce ampliamente la cultura grecolatina. En ambos casos escriben una historia con la que se crean varios símbolos y se dan distintas perspectivas sobre un mismo acontecimiento, explicó.
Lucas es una persona con más formación, sabe escribir, tiene estilo, conoce los métodos historiográficos y utiliza prólogos y referencias históricas que insertan los hechos en la historia del Imperio romano. Y cuando sitúa el nacimiento de Jesús en Belén, lo hace coincidir con el censo de César Augusto. Realmente no fue así, porque el censo se realizó doce años después, pero es la manera de ubicar en el tiempo y de justificar el nacimiento de Cristo en Belén a pesar de que sus padres vivían en Nazaret. Mateo, sin embargo, no habla del censo. Él comienza con una genealogía que deja constancia de su estirpe judía, descendiente del rey David.
Todo indica que José y María vivían en Belén, pues allí tenían casa, no hay nada que haga pensar en la procedencia nazarena. Si un tiempo después van a vivir a Nazaret es porque tuvieron que huir a Egipto y, muerto Herodes, el ambiente era más seguro en la Galilea de Antipas que en la Judea de Arquelao. Dos explicaciones distintas para un mismo hecho. Para un romano, como Lucas, el causante y la referencia fue Augusto, el emperador; para un judío fue el rey de Judea, Herodes el Grande, detalló.
Para un romano, como Lucas, el causante y la referencia fue Augusto, el emperador, la autoridad máxima; para un judío, como Mateo, fue el rey de Judea, Herodes el Grande.
Otra cuestión es la del lugar físico del nacimiento. Lucas dice que nace donde había animales, porque al niño lo colocaron en el pesebre. Pero no especifica si fue a las afueras, en el campo, en un portal, es decir, junto a la puerta, o en la parte de atrás de la posada donde no pudieron alojarse. La fecha, en pleno solsticio, es otro símbolo. El hecho de que los pastores estuvieran al raso descarta el invierno, pues Belén está en altura y por esos días hace frío al exterior. Más bien debió ser en primavera. Pero al comenzar a celebrar la Navidad se busca una fecha simbólica, la pagana del sol creciente. Se toma la fiesta romana y se le da otro sentido. La posterior cronología también está equivocada, por el error en el cálculo de Dionisio el Exiguo. Herodes el Grande falleció en el 4 a.C. de nuestra era, por lo que el nacimiento de Jesús tuvo que ser antes, hacia el 6 a.C.
La fecha del nacimiento, en pleno solsticio, es otro símbolo
Otra cuestión a considerar es la del anuncio, que varía significativamente entre Lucas y Mateo. Lucas habla de los pastores, que son personas sencillas y no le plantean ningún problema. Busca resaltar la humildad del Dios que se hace hombre. Pero esto no podía aceptarlo Mateo, judío. Para los judíos los pastores eran impuros, pues no cumplían con los rituales. Lucas, el hombre del Imperio, se sirve del ángel para anunciar. Y lo hace trazando una historia paralela entre Zacarías y María. Dos anunciaciones que acaban convergiendo en Ain Karem, con la visitación y los cánticos del Magníficat y Benedictus. Y después, cuando ha nacido Jesús, el ángel de Dios utiliza las palabras empleadas en Roma para anunciar el nacimiento del futuro emperador. Otro símbolo a considerar, apuntó Pikaza.
En el anuncio a los pastores, Lucas busca resaltar la humildad de Dios. Esto no podía aceptarlo Mateo. Para un judío estos eran impuros, pues no cumplían con los rituales
En Mateo está también presente el anuncio, pero cambian muchas cosas. Ya había cambiado el foco del anuncio de la encarnación, pues mientras en Lucas es María quien recibe la noticia, en el evangelista judío el ángel del Señor hace lo mismo a través de los sueños de José. Es una orientación más acorde con la tradición patriarcal del pueblo judío. María es la protagonista, pero el relato se articula en torno al varón. Más radical es aún Mateo en el anuncio posterior al nacimiento. Descarta a los pastores, evidentemente, y quiere dar al suceso la mayor trascendencia posible. Pero en lugar de mirar a Roma, el Imperio por antonomasia, se fija en Oriente.
Para un buen judío la gloria imperial no estaba en Roma, sino en Persia. Para ellos fue siempre el gran Imperio, al que nunca fue capaz de doblegar Roma. Eran casi monoteístas, al contrario que los romanos, paganos y politeístas. Y en la época de las dominaciones, nadie trató tan bien a los judíos como los persas, sobre todo Ciro. La misión del Mesías, por tanto, debía volcarse hacia oriente. Eso mismo pensó san Pablo cuando viajó, sin mucho éxito, a Arabia, territorio vinculado a Persia. Por eso la epifanía se produce ante unos magos persas, que no eran reyes, sino unos sabios que sabían de astronomía y astrología, entonces no muy diferenciadas.
La estrella y los dones son también símbolos
La estrella y los dones son también símbolos. No hay que dar muchas vueltas a si pasó el Halley u otro cometa. Es un símbolo del anuncio, igual que el ángel. Y con los dones sucede lo mismo. En el oro no hay que ver el valor material, sino la belleza y poder de quien lo porta; en el incienso está presente el honor asociado a la divinidad y en la mirra, el perfume y su uso en la unción de los cadáveres, que refuerza la humanidad de Cristo.
Finalmente, repasó Pikaza, la matanza de Herodes, solo narrada por Mateo, nos lleva nuevamente a ubicar la infancia de Jesús en un contexto muy judío. Herodes fue cruel. Mató a varias de sus esposas e hijos, temeroso de que conspirasen contra él. La muerte de los niños inocentes, no considerada por Josefo y por tanto prácticamente imposible que sucediera, es ante todo una manera de insistir en el carácter mesiánico de Jesús. Herodes temió la conspiración y ordenó el exterminio de los niños. A partir de ahí tiene sentido la huida y el traslado posterior a Nazaret.

Necesitamos volver al desierto
X. Pikaza
Dom. II de adviento-C
6 de dic de 2015
Lucas 3, 1-6
Un texto clave: Mensaje de Juan, un camino de esperanza a través de la crisis, sin más solución que empezar de nuevo en el desierto:
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: "Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios."
El evangelio de Juan ofrece la visión más positiva del mensaje de Bautista, en línea de esperanza. Pero esa esperanza exige que volvamos al desierto, para comenzar allí la nueva travesía. Quizá muchos no estamos dispuestos, apegados como estamos a las cosas que tenemos. Pero sin ese retorno al origen, sin un aprendizaje nuevo, puede suceder que nuestra cultura y vida actual se destruya (Imagen de G. Doré)
Juan, maestro de Jesús
Jesús buscó a Dios en la Escritura y en la historia de su pueblo, pero su iniciador y maestro directo fue Juan Bautista, el último en la línea de los sabios (cf. Mt 11, 1-19 par), un profeta que condenaba la violencia de los poderosos y el pecado de los sacerdotes, anunciando el juicio de Dios (cf. Mt 3, 7-12).
Sabía que este mundo tiene que acabar, porque está podrido, y, a pesar de ello, pedía a los hombres y mujeres que se convirtieran, ofreciéndoles un bautismo de perdón para la redención: “Ya está el hacha levantada sobre la raíz del árbol...” (Mt 3, 9-12; Lc 3, 1-9). De un modo especial recibía a los expulsados y excluidos de la sociedad sagrada de Israel y del Imperio. Su mensaje incluía tres notas principales.
(1) Este mundo está maduro ser destruido: por eso anunciaba Juan el Juicio que viene como Huracán y como Fuego que abrasa a los perversos, un juicio de condena que no procede de Dios, sino del pecado de los hombres, a quienes Dios ha confiado el mundo para que lo cuiden, pero ellos se han empeñado de destruirlo por un tipo de fuego (calentamiento, bomba).
(2) En ese contexto, Juan ofrecía una bautismo de esperanza, para escaparse «de la ira que se acerca» (cf. Mt 3, 7) y alcanzar así la salvación, en la tierra prometida, tras el río de las aguas divisorias. Era necesario un cambio urgente, rápido y completo, pues de lo contrario caería el hacha ya para destruir a los perversos...
(3) Una voz grita en el desierto: ¡Preparad...! Se trata, como he dicho, de volver al desierto, que es la austeridad, el contacto directo con la naturaleza y con la vida, ligeros de equipaje, sin más tarea que la de vivir, abriendo un espacio para todos... Sin esta vuelta al desierto, para comenzar de nuevo la experiencia humana, en fraternidad y justicia, corremos el riesgo de caer destruidos por nuestras propias contradicciones.
(4) El anuncio de Juan incluía la llegada de uno que es más fuerte, de alguien que viene en nombre de Dios (o Dios mismo) para realizar las promesas antiguas. Juan era sólo un mensajero, alguien que anuncia aquello que ha de llegar, si es que las cosas (los hombres) no cambian. Sabía que sin volver al desierto y recrear el camino de actual de la humanidad corremos el riesgo de ser destruídos.
En un sentido, Juan afirma que la historia de los hombres ha fracasado, pero queda un resquicio de esperanza y en ese resquicio quiere mantenerse, para abrir la puerta a los que vengan, en el borde del desierto, ante el río que evoca el paso de la vida y el nuevo nacimiento en la tierra de Dios. Se han acabado las oportunidades de los poderosos del mundo, pero queda Dios y, en su nombre, Juan acoge y ofrece su promesa a los excluidos de la tierra, a los publicanos y las prostitutas… (cf. Mt 21. 32).
De esa forma se planta, como profeta de Dios para los pobres y para todos los que quieran convertirse, junto al río, vestido de piel de camello y comiendo alimentos silvestres (Mc 1, 6). Sólo así puede exigir la conversión y anunciar la salvación de Dios a los que han sido expulsados de las pretendidas salvaciones de la tierra.
Juan es un hombre del confín, en la frontera de los lugares y los tiempos, acusando a los culpables, pidiendo conversión a todos, desde el mismo desierto. Los que no quieran volver a ese principio, aquellos que se aferren a su vida muelle, a su egoísmo y su riqueza acabarán destruyéndose a sí mismos y destruyendo a los demás.
Vivió en un tiempo concreto
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
El mensaje de Juan marca el comienzo de nuevo tiempo de la salvación. En medio de la historia de los grandes de la tierra (emperadores, reyes y sacerdotes) se escucha su palabra, en un tiempo bien concreto, marcado por ese famoso sincronismo, que nos sitúa en torno al año 28/29 d.C., según los cálculos, pues Tiberio empezó a gobernar el año 14 d.C. (el cómputo de años puede hacerse con algunas variantes).
En ese tiempo concreto, perdido al parecer en la hoya del Jordán, Juan comenzó a proclamar la palabra definitiva del Adviento, mientras emperadores, tetrarcas y sacerdotes andaban a lo suyo... Juan anunciaba un momento de cambio para ellos, invitándolos a venir al desierto de Dios, es decir, al lugar donde comienzan los caminos de la nueva humanidad.
Ésta es la pregunta, éste es el tema: ¿Quién está dispuesto a volver al desierto, para aprender, para cambiar, para empezar...?
Anunció el gran cambio. El fracaso puede convertirse en camino de nuevo nacimiento, desde el desierto:
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías (cf. Is 40, 3-4):
Una voz grita en el desierto:
Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos;
elévense los valles, desciendan los montes y colinas;
que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale.
Y todos verán la salvación de Dios."
Vivimos en un mundo de imposiciones, de caminos torcidos, de montes y quebradas que impiden que Dios se manifieste en nuestra vida. Por eso retoma Juan el lenguaje del 2º Isaías y anuncia la llegada de un cambio cósmico: "elévense los valles, allánense los montes...", que el mundo entero se vuelva así camino de Dios.
Contemplar el mundo como espacio de revelación de Dios, ésta es la tarea del profeta, que mira y anuncia: ¡Está llegando!
Preparar el camino del Dios que viene implica:
1. Volver al desierto... Lo he dicho ya, debo repetirlo, éste es el mensaje clave de este día. No se trata de hacer ayuno por ayuno, sino de aprender a simplificar, centrándose en lo esencial (¡sólo con lo esencial se puede vivir en el desierto!), sin adornos falsos, sin complejos de superioridad, simplemente "a cuerpo", reyes y mendigos, todos...
Éste es el mayor favor que puede hacernos Dios a muchos: Llevarnos de nuevo al desierto, para simplificar, para dialogar, para compartir... Si no volvemos al desierto nosotros, los de países ricos, moriremos todos.
2. Elevar lo que está hundido (cuidad a los pobres, los aplastados, los humillados…, hacer que haya espacio para los expulsados), Éste motivo de la elevación de los que están aplastados y humillados forma parte de la experiencia original de los judíos, desde el canto de Ana (en 1 Sam 2) hasta el de María, la madre de Jesús (en Lc 1).
Si no elevamos a los pobres y excluidos moriremos todos... Les mataremos a ellos, nos destruiremos nosotros mismos.
3. Abajar lo que está exaltado (que nadie se imponga desde arriba…); que nadie puede destruir a los pequeños... Que bajen los de arriba, no por espíritu de venganza o resentimiento, sino sólo porque abajo (desde abajo) se pueden ver las cosas, empezando en el desierto, con todos, para todos...
Ésto es abajar: Volver al desierto, renunciar a un tipo de comodidades falsas, para ser nosotros mismos, abajarnos, para así vivir sencillamente como humanos...
El mensaje de Juan es el mismo de María en el Magnificat:
Derriba del tronos a los poderosos
Eleva a los oprimidos
4. Enderezar lo torcido: que no exista engaño sobre el mundo, que no nos ocultemos ni mintamos, que podamos vivir en transparencia... Que este mundo sea un espacio de diálogo y transparencia... Ese es el mensaje del Adviento de Juan.
¿Qué es lo torcido en mi vida, en nuestra vida? ¿Cómo podemos caminar el claridad, en una tierra que se abre para todos, abriendo así un camino para Dios en nuestra misma humanidad?
Dios viene porque es Dios… Pero nosotros somos su camino y debemos prepararnos para su venida. Dios viene porque quiere que los hombres y mujeres sean la señal más honda de su gracia... Viene porque quiere, digo... Pero nosotros podemos y debemos preparar su llegada.
A Juan le mataron por lo que decía y hacía:
Juan fue suave hasta el extremo con los pobres, pero fue implacable con el reyezuelo Herodes Antipas, que se valía de su autoridad para cambiar las leyes a su antojo, aunque contara con la bendición de juristas a sueldo. El rey le mandó matar, porque, como sabe F. Josefo (Ant XVIII, 116-119), era miedoso y no podía permitir que nadie le hablara de esa forma (cf. Mc 6, 16-19).
Antipas le mató, pero Jesús vino a buscarle y le escuchó, uniéndose así con los publicanos y las prostitutas, que buscaban a Dios en las riberas del Jordán.
El mismo Jesús, Hijo de Dios, necesitaba una escuela y la encontró, poniéndose a la escucha de Dios, con los pecadores que buscaban al Bautista. El Hijo de Dios necesitaba un maestro y fue a buscarlo, junto al río, porque a Dios se le escucha y encuentra a través de los auténticos maestros de la tierra. De esa forma le llegó el momento de la iluminación. Juan le había enseñado la más honda lección de la vida, la lección de Dios que está con los pecadores. Y, aprendida esa lección, mientras entraba en el río con esos pecadores, sus amigos, Dios mismo le habló en el corazón, mientras Juan le bautizaba: “Tú eres mi Hijo…”.
El mismo Dios de Juan, el Señor del Juicio, se le mostró y le dijo su palabra más profunda, la primera y más honda de todas las palabras: “Tú eres mi Hijo predilecto, yo te quiero” (cf. Mc 1, 11). Fueron palabras de Dios para él y para todos los hombres y mujeres de la tierra. Ésta es la verdad definitiva. Todo el resto del evangelio brota de aquí, llevando así la marca de Juan el Bautista, a quien Jesús buscó junto al río, a la vera del desierto, para iniciar después su mensaje en Galilea.

¿Eres Rey? Sí, soy testigo de la verdad
Xabier Pikaza
22 de noviembre de 2015
Fiesta de Cristo Rey (Jn 18, 33b-37)... Fiesta oportuna, pues estamos obsesionados (y aterrorizados) por las proclamas de “reino” de estos días, con acusaciones y defensas entre las "tres religiones".
‒ Los “soldados” de la Yihad del terror “sangriento” han matado y han muerto gritando Allah Akbar (Dios es Rey), un Dios a quien la primera sura del Corán llama Maliki yawm id-din (rey del día del juicio). Yahvé es el Rey Akbar, el más grande, palabra que proviene de kbr, equivalente al gbr hebreo: el que tiene más fuerza “genital/creadora”, una simbología que puede ser bellísima, pero que en malas manos se convierte en horriblemente peligorsa.
El rey (maliki/Mlk), más alto, es quien tiene la fuerza más fuerte. Los buenos musulmanes han interpretado el “reino” de ese Dios en forma de victoria de la justicia y de la vida. Pero los malos han podido matar y matan para probar que Allah es Mlk, rey kbr (=gbr), el más fuerte, en medio de (o con) las bombas.
‒También los judíos han dicho que Yahvé es quien la tiene (=la fuerza) más fuerte, porque es 'El Gibbor, el más poderoso en sentido “engendrador” (no genital) y guerrero, héroe en la batalla, de manera que es un honor colaborar a la llegada de su reino “matando enemigos”. Ciertamente, los buenos judíos han recorrido un largo camino para descubrir que el Reino de Yahvé es justicia y misericordia, como supieron ya los grandes profetas (desde Oseas hasta el Segundo y Tercer Isaías). Pero a veces algunos judíos han podido olvidarlo…
‒ Los cristianos hemos seguido y seguimos venerando a Jesús como Cristo-Rey, Señor del Universo y de la historia, y en general pensamos que su reino es pacífico… Pero todavía en la Guerra Española, luchada por nuestros padres y abuelos, hubo gente que mató a sus enemigos (y gente que murió martirizada, sin matar a nadie, sólo por ser cristiana) gritando ¡Viva Cristo Rey! Todos recordamos en España a los Legionarios de Cristo Rey, de mala memoria… y tenemos muchas dudas ante los llamados “legionarios de Cristo Rey”.
Por eso es bueno reflexionar sobre este pasaje de Cristo Rey según el evangelio de Juan. No soy quien para dar lecciones a musulmanes y judíos, diciéndoles cómo deben entender ellos a Allah Rey Fuerte (Mlk y Kbr/Akbar) o a Yahvé, el Señor, también Rey y Fuerte (Mlk y Gbr). Pero puedo y quiero comentar el evangelio de este domingo, que es propio de Juan, quien afirma que sólo es “rey” de verdad quien “da testimonio de la verdad”.
Éste es un tema que sigue estando en el fondo de los atentados de París y de los proyectos “occidentales” de defensa activa, bombardeando las presuntas bases de IS/DAES en Siria, para
defensa no sólo de los amenazados por las bombas de IS/DAES, sino también para defensa del "buen" petroleo (¡que siguen vendiendo los de DAES en el gran mercado!), y para defensa y gloria de la
riqueza de occidente (que muchos entienden como cultura sagrada, la única posible).
El tema de fondo parece "confuso" (se confunden y mezclan varias cosas....).
Pues bien, estoy convencido de que pare empezar a resolverlo es buena la palabra del evangelio de este domingo: Sólo el que ofrece con verdad (no con violencia) el testimonio de la “verdad” es Rey Verdadero. Por serlo de de esa forma murió Jesús crucificado
Que nadie mienta a nadie, que nadie se aproveche de nadie, que todos, unos y otros, demos testimonio de la Verdad. Éste es el sentido del evangelio del domingo.
El comentario que sigue está tomado de mi Historia de Jesús, que aparece en la imagen. Cf. http://www.verbodivino.es/libro/3301/historia-de-jesus

Dom 8.11.15. Cuando las cosas van peor,
nos queda Marcos (con escribas y viuda)
Xabier Pikaza
5 de noviembre de 2015
Domingo 32, tiempo ordinario. Mc 12, 38-44. Peor no podían ir, según algunos:
--Echan a un obispo por asuntos de dinero;
-- se dice que un monseñor funcionario y una bella encargada de dineros hacen la cama al Vaticano,
--y lo peor es que de diez euros que dan (damos) para los pobres sólo dos van de verdad para ellos, pues los ocho restantes quedan en
uñas o bolsillos de intermediarios.
No invento nada.Esas noticias, y otras aún peores aparecían ayer y esta mañana (5.X1.15) en los medios y en la prensa escrita. Es evidente que ciertos medios no son santos, es claro que ocultan o no dicen mil cosas buenas de la Iglesia, es indudable que a veces desean "hundirla". Pero es también cierto que el río suena demasiado, y que es necesaria una reforma a fondo de la Iglesia, ahora que se acerca a su fin el ciclo de los 500 años de Lutero (1517).
Pues bien, en ocasiones como ésta me refugio en Marcos, el primer evangelio de Jesús, para evaluar, meditar y rezar, y me encuentro esta mañana con el evangelio del domingo (Mc 12, 38-44), que es más duro en la crítica, pero mas abierto a la esperanza que toda nuestra propagando, a favor o en contra.
Éste es un evangelio enorme, que enfrenta a los escribas (profesionales de la religión) con una viuda, que no tiene nada, pero que sabe darse a sí misma, en un servicio religioso que puede ser equivocado en su expresión externa (¿para qué utiliza el templo su medita?), pero que ella realiza con su mejor voluntad. Aquí está las dos figuras.
‒ La viuda. Es una mujer pu.eada de la vida (perdonen la expresión). Ha tenido mala suerte, se le han muerto unos... y se aprovechan de
ella otros, pero ha aprendido una cosa: sabe que creer en Dios es vivir al servicio de los demás y así vive, entregando la única moneda que le queda tras haberlo dado todo.
-- Es simplemente una mujer que ama la vida (como Dios, según el libro de la Sabiduría)... Es una mujer que quiere llevar adelante la tarea de la vida. Ella es la verdadera religión.
‒ Los escribas. Son los profesionales de lo que antaño se llamaba "culto y clero", que se valen de la religión para crear una especie de “Estado Religioso” a su servicio. Quizá no saben más (no valen para la política o finanzas), pero se aprovechan de "su Dios" para medrar, para su propia gloria y riqueza. Ellos son la anti-religión (yo no me atrevería a decirlo, lo dice Jesús en Marcos al final de su evangelio).
No sé si a los escribas (entre los que de algún modo me cuento) se les/nos puede cambiar. Ella, la viuda, está bien así… Pero en otro sentido hay que cambiarla (dejar que ella cambie): ¡Que rehaga de nuevo su vida, que dé su limosna para causas nobles, no para negocios de escribas! (así lo explico mucho más en mi comentario del texto de Marcos, aquí resumido).
Texto. Mc 12, 38-44
38 En su enseñanza decía también: Tened cuidado con los escribas, a quienes gusta pasear con largos vestidos y ser saludados en las plazas 39 Buscan las primeras cátedras en las sinagogas y los primeros asientos en los banquetes. 40 Estos, que devoran las casas de las viudas con el pretexto de largas oraciones, tendrán un juicio muy riguroso. 41 Y estando sentado frente gazofilacio (=al lugar de las ofrendas), observaba cómo la gente iba echando dinero en el gazofilacio. Muchos ricos depositaban en cantidad. 42 Pero llegó una viuda pobre, que echó dos moneditas (leptá), que son dos cuartos. 43 Jesús llamó entonces a sus discípulos y les dijo: Os aseguro que esa viuda pobre ha echado en el gazofilacio más que todos los demás. 44 Pues todos han echado de lo que les sobraba; ella, en cambio, ha echado de su carencia, toda su vida.
Sentido básico
Relato complejo y duro, esperanzado y exigente, que forma como cruz y cara de una misma enseñanza mesiánica. Hay un tipo de judaísmo (y cristianismo) está reflejado en los escribas, que viven a costa de su pretendida religión, oprimiendo a los demás. Y hay otro tipo de judaísmo y de religión o humanidad universal, que se expresa en la viuda que entrega lo que tiene, convirtiéndose en parábola viviente de Jesús. Consta de dos textos complementarios:
- Un texto critica a los escribas, que pretenden ser representantes del mesianismo de David (12, 38-40), pero que sólo buscan sus ventajas y poder de grupo. No ofrecen su vida, no se hacen pan como Jesús, sino al contrario: viven del aplauso de los otros y devoran la casa de las viudas.
- Otro alaba a una viuda (12, 41-44) que aparece como el signo más perfecto de Jesús a quien el texto anterior ha llamado señor de
David. No es Señor porque tiene poder para imponer sino, al contrario, porque entrega todo lo que tiene.
1.- Diatriba contra los escribas (12, 38-40).
Su signo distintivo es la búsqueda de prestigio, interpretado como poderío. Precisamente ellos, hombres del libro, han convertido su saber (leen la Escritura, interpretan la Ley) en fuente de dominio sobre los demás. Así aparecen como representantes de la imposición sagrada: ellos expresan la patología de lo religioso, que aparece cuando un grupo utiliza su pestigio sacral en beneficio propio.
Su poder no es de tipo militar (no brota de las armas), económico (no proviene directamente del dinero) o administrativo. Los escriban poseen y cultivan un poderío religioso, fundado en la pretendida sabiduría (conocen el Libro) y en la apariencia de religión, propia de aquellos que "oran" (dicen tener relación con Dios) para provecho propio. Estos son sus signos:
-- Largos vestidos (stolais: Mc 12, 38). No son nada en sí, no se sienten seguros en sí mismos; por eso necesitan crear una apariencia. Viven de fachada, enmascarados dentrás de unas telas y adornos que les sirven para distinguirse de los otros e imponerles su dominio. En ellos critica Jesús la mentira de las vestiduras sagradas que la Ley israelita (y las costumbres rituales de muchas iglesias, incluidas las cristianas) han preceptuado para sacerdotes y ministros religiosos. Jesús la condena como expresión de poder falso (que estaría en la línea de las purezas nacionales de 7, 3-5).
-- Saludos en las plazas (12, 38). La religión les convierte en funcionarios y ellos la pervierten, haciéndola principio de autoridad pública: utilizan el Libro para representar su teatro de prestigios. Quieren ser (hacerse honrar) sobre las bases de un conocimiento religioso que utilizan para así imponerse sobre los demás. Es evidente que no viven para crear comunidad sino al contrario, para elevarse sobre ella.
‒ Las primeras cátedras (prôtokakhedrias) en las sinagogas (12, 39). Pasamos de la calle a la casa, de la plaza al recinto donde se reunen los creyentes. También en ese espacio imponen su dominio los escribas, convirtiendo el lugar comunitario de estudio y plegaria en medio para imponerse sobre los demás. Así buscan las primeras cátedras para controlar o dirigir desde allí a los inferiores, imponiéndoles su ley.
-- Los primeros asientos (prôtoklisias) en los banquetes (12, 39). Jesús invitaba a comer a los demás, en grupos fraternos, ofreciéndoles los panes y los peces de su propio grupo. En contra de eso, los escribas se aprovechan de su religión (su dominio del Libro) para comer a costa de los otros. No forman iglesia, no crean verdadera comunión, sino que emplean su pretendida superioridad para vivir a costa de los demás.
Esta es la consecuencia: ¡Devoran las casas de las viudas con pretexto de largas oraciones! (12, 40). El teatro de apariencias (vestidos, saludos, privilegios en sinagogas y mesas) se ha vuelto principio de muerte. Quien empieza aparentando de aquel modo acaba destruyendo (matando) a los más pobres.
Ésta es la iniquidad que Mc 3, 29 interpretaba como blasfemia contra el Espíritu Santo (impedir la curación de los posesos) y Mc 9,42-47 como escándalo contra los pequeños (aprovecharse de ellos).
Estos escribas de los libros de Dios, profesionales de la religión, jerarcas de la iglesia judía (o cristiana), se han vuelto principio de muerte.
Mc había vinculado la oración con la misión salvadora (1, 35-39), la expulsión de los demonios (9, 29) y el perdón interhumano (11, 25). En todos estos casos, el encuentro con Dios se explicitaba en forma de comunicación, creadora de familia. En contra de eso, los escribas judíos (y quizá los cristianos que Mc critica) utilizan la oración para su servicio, se aprovechan de Dios para imponerse a los demás: comen de las viudas. Han pervertido la religión, son cueva de bandidos (cf.11, 17).
2.- Parábola de la viuda (12, 41-44).
Invirtiendo el tema anterior, la diatriba se vuelve enseñanza parabólica. Jesús se sienta ante el gazofilacio o depósito donde los creyentes depositan las ofrendas voluntarias, planteando nuevamente el tema del dinero, pero no en clave de impuesto obligado (cf. Mc 12, 13-17) sino como participación voluntaria en las cargas de la administración comunitaria, con fines religiosos. Está al fondo la imagen del tesoro del templo donde los judíos ofrecen sus dones.
Pero es evidente que Mc amplía esa imagen: el gazofilacio es signo de los bienes ofrecidos a Dios, es decir, para servicio de los pobres. En este contexto pasamos de los escribas importantes, ansiosos de honor, a los ricos también importantes que pueden invertir un dinero que les sobra al servicio de sus pretensiones de prestigio religioso (12, 41). Frente a ellos sitúa Mc a la viuda que entrega su bios (12, 42-44), lo que necesita para vivir.
Con esta imagen termina la vida pública de Jesús (Mc 13 se dirige a los discípulos).
Significativamente, Jesús ha querido compararse a una viuda. Frente a los ricos que regalan ostentosamente aquello que les sobra, obteniendo así más prestigio, ella ofrece silenciosamente dos moneditas, dándose a sí misma, pues ha dado todo lo que tiene. De esa forma viene a presentarse como testimonio de evangelio. Ella se entrega por estas moneditas. Jesús lo hará al hacerse pan y vino, comida y salvación de muchos (todos; cf. 14, 22-26).
La viuda es por definición una mujer que ha perdido mucho (marido, hijos) y no tiene familia que pueda sustentarla. Parece que debía volverse egoísta, buscando su seguridad, una pensión de vejez, medios para subsistir como persona. Pues bien, ella se olvida de sí misma, piensa en los demás y entrega lo que tiene, poniéndose en manos de Dios, conforme a la palabra de Jesús sobre la oración y la confianza en 11, 23-25: no tiene para alimentarse, pero confía en Dios y da su vida (bios) con estas dos moneditas que forman su tesoro.
Frente a los escribas que comen de los demás, frente a los ricos que dan por apariencia, Jesús la presenta como signo de Dios sobre la tierra: es el símbolo supremo de su mesianismo, modelo de la iglesia, en la línea de la mujer del vaso de alabastro de de Mc 14, 3-9. Ella es el verdadero Israel como familia que se va construyendo en gratuidad, allí donde alguien da su vida en don para los otros. Jesús no ha querido el dinero del rico de 10, 21; tampoco ha definido su postura frente a los impuestos imperiales (12, 13-18). Pero ahora ha destacado las dos moneditas de la viuda, convertidas en signo de entrega de la vida. Ella ha confiado en Dios; evidentemente confía en una comunidad en cuyas manos (en cuyo gazofilacio o caja de dinero) pone todo lo que tiene; así aparece como signo del reino.
Una pregunta abierta…
Esta viuda, que no tiene nada, da todo lo que le queda para el servicio del templo… de un templo que es cueva de bandidos. Lo hace de buena fe. Es el ejemplo máximo del evangelio de Jesús.
El primer paso sería enseñar a esa viuda a dar el dinero en el lugar justo, a las personas justas. Quizá habría que decirle que no ponga su óbolo en aquel “gazofilacio” de vanidades, quizá al servicio de los escribas ricos…, sino que lo comparta día a día con las personas necesitadas de su entorno, directamente, sin el intermediario de aquel templo… que debe ser destruido, como ha dicho ya Jesús (Mc 11). Pero ésta es ya otra cuestión. Tal como está el evangelio es luminoso.
El segundo paso será expulsar de la iglesia a estos escribas…, a los profesionales de la religión, que buscan el dinero por un show de tipo mágico que ellos pretenden dirigir. Se trata de hacer de hacer una religión de “aficionados”, es decir, de voluntarios de la vida y del amor, voluntarios de Dios.

Todos los Santos
El cielo del cielo (Ap 21-22)
Xabier Pikaza
29 de octubre de 2015
La misa de la fiesta del Día de los Santos (1.11) tiene dos lecturas fundamentales:
1. La primera, más simbólica, está tomada del Apocalipsis (Ap 7), que culmina en una visión armónica del Nuevo Cielo y de la nueva tierra (Ap 21-22). Ciertamente, esa visión puede y debe aplicarse a la vida en esta tierra, a la armonía de los pueblos y las gentes, a la imagen bíblica de la Paz final (Shalom). No es por tanto una visión de huida (sufrir aquí, en este valle de lágrimas, para gozar después en la eternidad de Dios), sino más bien de compromiso para crear el cielo en la tierra.
2. La segunda, del evangelio, está tomada de las bienaventuranzas de Mt 5, que ofrecen un programa de transformación personal social, en este mismo mundo, partiendo de los pobres.... Presentaré esta lectura del Evangelio pasado mañana, Dios mediante, el día de víspera de la fiesta.
Hoy quiero evocar la gran utopía de la nueva humanidad del Apocalipsis. Se trata de un texto simbólico, una gran sinfonía del cielo, que ha de entenderse como se siente y se entiende una ópera musical, con escenarios y cantos gozo y libertad... de un "cielo" que se adelante y comienza en la tierra.
Sin esa utopía es difícil vivir, sin una gran esperanza es difícil crear (no sólo soportar), sin la certeza de que Dios está en el fondo y final de nuestro camino se empobrece la existencia de
los hombres.
De ese cielo del cielo del Apocalipsis trata la postal de hoy..., del cielo del Más Allá que se hace Más Acá, porque la vida del hombre se mueve siempre entre dos riberas. El texto es largo., no es para leerlo entero o de seguido. Está tomado de mi libro sobre El Apocalipsis (Verbo Divino, Estella 2000)
Primera Imagen: Visión del cielo de Zurbarán (Ángel y P. Nolasco)
Segunda Imagen: Ciudad celeste del Beato
Introducción
Hay muchas imágenes cristianas del cielo o paraíso, pero entre todas destaca una, la del Apocalipsis (Ap 21-22). Por eso la comentaré comentarla con cierto detalle, distinguiendo y uniendo dos visiones
(a): una más breve (Ap 21, 1-6) donde se presenta el tema en perspectiva de Bodas mesiánicas (unión de Cristo con la humanidad-esposa);
(b) otra más extensa (Ap 22, 9-27) donde se describe la “geografía” del cielo, entendido como “cubo” de Dios y paraíso.
Lo haré de un modo simbólico, destacando las imágenes, los signos. Dios mediante, volveré a evocar esas imágenes mañana, poniendo de relieve que ellas se aplican a la vida de los hombres en la tierra, con el mismo Apocalipsis, mostrando que lo más actual y más nuevo (el novísimo por excelencia) es el descubrimiento de que somos (podemos se cielo) en este mundo. Somos como un cielo quebrado, que sólo vemos a ratos, como en un espejo, pero somos cielo, realidad llena de misterio, que dura para siempre (mientras pasa).
Tenemos que buscar y cultivar aquí los instantes de cielo, por nosotros (para ser felices) y por los demás (para que lo sean). Si creemos en eso (el cielo aquí, especialmente para los otros, podremos creer en el cielo "después", pues nada verdadero acaba. De los símbolos de ese cielo/después, que empieza aquí tratan estos dos pasajes del Apocalipsis que he querido comentar. Quien tenga tiempos para leerlos, vea por sí mismo su sentido y goce con los signos del profeta Juan, el autor del gran libro. Quien no tenga tanto tiempo o interés, acabe ya el aquí el recorrido del blog, este día.
1. Primera visión (Ap 21, 1-6).
Texto:
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe más. 2 Y yo vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén que descendía del cielo de parte de Dios, preparada como una novia adornada para su esposo. 3 Oí una gran voz que procedía del trono diciendo: "He aquí el tabernáculo de Dios está con los hombres, y él habitará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4 Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. No habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas ya pasaron."
5 El que estaba sentado en el trono dijo: "He aquí yo hago nuevas todas las cosas." Y dijo: "Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas." 6 Me dijo también: ¡Está hecho! Yo soy el
Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed, yo le daré gratuitamente de la fuente de agua de vida.
Comentario
Pone de relieve el tema de las “bodas” de Dios y de los hombres, por medio de Cristo. El cielo es, según eso, un amor culminado. “Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva...” (Ap 21, 1). Así empieza la escena, haciendo suya la tradición de Is 65, 17; 66, 20 (cf. 2 Ped 3, 13), reasumiendo y superando el principio de toda la Escritura (Gen 1,1): el primer cielo y la primera tierra, han cumplido su misión y ya no ofrecen nada a los humanos. Al final no está el fracaso. A los ojos del Apocalipsis la historia no termina por pecado o vejez, cansancio o muerte sino la culminación mesiánica.
La primera creación duraba siete días, organizados de forma cósmica, progresiva, en armonía temporal septenaria. Ahora no existen días, ni habrá mar como abismo vinculado al miedo (21, 1), ni
serán necesarios los astros arriba, pues no existe un arriba y abajo, día ni noche. Todo habrá culminado (cf. 21, 23). Desde ese fondo se entienden los tres rasgos principales de esa nueva
creación:
(a) La Ciudad Santa, Nueva Jerusalén (Ap 21, 2). La antigua no había podido permanecer, pues se había convertido en signo de soberbia y pura lucha (cf. Babel: Gen 11), solemne prostituta (cf. Ap 17). Frente a ella se ha elevado, cumpliendo la esperanza de Israel, la Buena Ciudad, signo de unión con Dios y de justicia: la Santa Jerusalén que baja de Dios.
(b) Baja del Cielo, desde Dios (Ap 21, 2), como había prometido Ap 3, 12-13. Ciertamente, el cielo es la culminación de la vida de los hombres y se despliega en forma de “tierra nueva”; pero no puede brotar de la tierra, sino que viene de Dios. En esa línea, podemos decir que Dios mismo ha bajado y se “encarna” entre los hombres; éste es el cielo.
(c) Como Novia que se adorna... (Ap 21, 2). Es ciudad de amor, belleza de bodas, lugar de encuentro con Dios (y de los hombres entre sí). El primer mundo se convirtió en campo de lucha: no hubo armonía y bodas verdaderas. Ahora, esta Ciudad está madura para el amor, ciudad adornada, amor que es cielo, sin muerte, amor de Cristo con la humanidad. En ese sentido podemos decir que el cielo cristiano es la plenitud del mensaje y de la vida de Jesús.
Éste es el cumplimento divino de la historia de los hombres, de tal forma que el mismo Dios puede decir y dice: ¡Gegonan, se han hecho! han sido ya cumplidas las promesas (Ap 21, 6a). Sólo ahora se puede abrir el libro de la historia de Dios (¡Soy Alfa y Omega, Principio y Fin!: Ap 21, 6a; cf. 1, 8), de manera que ese mismo Dios aparece como cielo para los hombres que le acojan: ¡Al sediento le daré a beber gratis de la fuente del agua de la vida (Ap 21, 6b). El Dios de Jesús responde a la sed de la historia ofreciendo gratis el agua de vida y haciendo que los hombres sean ya plenamente hijos suyos y vivan para siempre.
2. Segunda visión (Ap 21, 9-27).
Texto:
9 Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas plagas, y habló conmigo diciendo: "Ven acá. Yo te mostraré la
novia, la esposa del Cordero."
10 Me llevó en el Espíritu sobre un monte grande y alto, y me mostró la santa ciudad de Jerusalén, que descendía del cielo de parte de Dios.
11 Tenía la gloria de Dios, y su resplandor era semejante a la piedra más preciosa, como piedra de jaspe, esplandeciente como cristal.
12 Tenía un muro grande y alto. Tenía doce puertas, y a las puertas había doce ángeles, y nombres inscritos que son los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel.
13 Tres puertas daban al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur y tres puertas al oeste.
14 El muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y sobre ellos los doce nombres de los apóstoles del Cordero.
15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.
16 La ciudad está dispuesta en forma cuadrangular. Su largo es igual a su ancho. Él midió la ciudad con la caña, y tenía 12000 estadios. El largo, el ancho y el alto son iguales.
17 Midió su muro, 144 codos según medida de hombre, que es la del ángel.
18 El material del muro era jaspe, y la ciudad era de oro puro semejante al vidrio limpio.
19 Los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era de jaspe, el segundo de zafiro, el tercero de ágata, el cuarto de esmeralda,
20 el quinto de ónice, el sexto de cornalina, el séptimo de crisólito, el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de crisoprasa, el undécimo de jacinto, el duodécimo de amatista.
21 Las doce puertas eran doce perlas; cada puerta fue hecha de una sola perla. La plaza era de oro puro como vidrio transparente.
22 No vi en ella templo, porque el Señor Dios Todopoderoso, y el Cordero, es el templo de ella. 23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna, para que resplandezcan en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara.
24 Las naciones andarán a la luz de ella, y los reyes de la tierra llevan a ella su gloria.
25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.
26 Y llevarán a ella la gloria y la honra de las naciones.
27 Jamás entrará en ella cosa impura o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.
Comentario
El profeta ha visto ya, pero su ángel-guía (uno de los Siete Ángeles de la Presencia y acción final de Dios, que han marcado el ritmo del Apocalipsis) quiere mostrársela mejor y para ello le conduce a montaña: ¡Ven, te mostraré a la Novia, Esposa del Cordero! (Ap 21, 9). Dice que vendrá la Novia, pero en su lugar aparece, como verdadera “esposa de Dios” la Ciudad Santa, que es Jerusalén, descendiendo del cielo de Dios, para ser el cielo de los hombres en la nueva tierra (cf. Ap 21, 10). La misma ciudad es teofanía (aparición de Dios), la misma Ciudad es el cielo.
Esta Ciudad se define por su muralla que significa seguridad y hogar. Fuera quedan los posibles enemigos; dentro está la casa, encuentro para todos los humanos. Como línea de separación y unidad entre el fuera y dentro se eleva la muralla cuadrangular, con doces puertas y pilares, conforme a un modelo de Ezequiel (cf. Ez 40-47), bien conocido por la tradición judía, que los monjes de Qumrán han determinado con detalle en sus diversas Descripciones de la Nueva Jerusalén (textos de Qumrán en 2QNJ; 4QNJ; 5QNJ).
a. Es Ciudad-cielo con murallas abiertas a todos los pueblos.
Abren las altas murallas de la Ciudad doce puertas (Ap 21, 12), relacionadas con doce ángeles de Dios y las doce tribus de Israel. El simbolismo de
puerta y portero es importante no sólo en el Antiguo Testamento (con los 24 grupos de porteros del templo: cf. 1 Crón 26, 1-19) sino en el Nuevo Testamento donde el mismo Jesús aparece vinculado
al tema (cf. Jn 10, 1-9). Las puertas de Ciudad tienen aquí ángeles y nombres de tribus: Doce ángeles las presiden, oficiando de guardianes, ostiarios celestes, dirigiendo la peregrinación final
de los pueblos. Las puertas llevan nombres de las tribus de los hijos de Israel, abiertas ahora a todos los pueblos.
b. La Ciudad-cielo es Cuadrada, tetragônos,
de cuatro ángulos, con longitud y anchura iguales (Ap 21, 16a), de 12.000 estadios (1.000 por cada tribu) de perímetro o, quizá mejor, de cada lado (unos 2.130 kilómetros). Cuadradas eran las grandes ciudades simbólicas del mundo antiguo, tanto Babilonia como Roma. Cuadrada y perfecta será está ciudad inmensa, defendida por hermosas murallas, extendida en la llanura infinita del mundo. Ella es centro de todo el universo; por eso, las gentes del entorno, los pueblos del mundo ensanchado a sus lados, vienen a buscar refugio en ella, pues su plaza es Trono de Dios y el cordero; de ella brota el Río de la Vida que ofrece agua muy fresca de amor y curación para todos los vivientes (21, 24: 22, 1-5).
c. La Ciudad es un Cubo, el Cuadrado perfecto de Dios.
Completando y superando la imagen anterior, el mismo Juan ha presentado la ciudad en forma de Cubo perfecto, con longitud, anchura y altura iguales, como dice con toda precisión el texto (Ap 21, 16b). Evidentemente, esta Ciudad es el Todo, signo del Dios pleno: Cubo Divino que encierra la realidad entera. Los griegos concibieron el Cubo como señal de perfección y solidez completa. Cubo era también para los judíos el Santo de los Santos o Debir en el que Dios habita, Morada llena interiormente de su presencia. Lógicamente será Cubo, Casa toda interioridad, esta Ciudad completa en la que Dios mismo se vuelve morada y templo para los humanos, que habitan dentro del Cubo de Dios (que puede entenderse también a manera de Esfera cuadrada).
Es posible que al fondo de esta imagen se encuentren especulaciones sapienciales que han desembocado luego en la cábala y en otras visiones religiosas que comparan a Dios (toda realidad) con un
Cubo sagrado, abarcador. El mismo Islam puede haber evocado este signo, a partir de la Kaaba o Templo (casi) Cúbico donde está la Piedra Sagrada. Han vuelto al signo los judíos medievales e
incluso los cristianos que han representado a Dios (el cielo) a modo de Cubo Sagrado de Piedra (por ejemplo en el Coro de la Basílica del Escorial, en España). Dentro del cubo-esfera que es Dios,
muro y centro, plaza y río, árboles y presencia de amor, habitan los humanos.
d. La Ciudad es una Pirámide.
Posiblemente, al presentar la ciudad (al mismo tiempo) como cuadrada o plana y cúbica, Juan está proyectando sobre ella la imagen de una base que se va elevando y estrechando, en forma de pirámide inscrita en un Cubo Transparente. Es normal que evoque las Pirámides de Egipto o las torres elevadas (Zigurat) de Babilonia. Sobre una base cuadrada se va elevando una torre escalonada, cuya altura es igual que los lados del cuadrado de la base. Ella está inscrita en el Cubo Transparente, de manera que en la plaza superior queda el trono de Dios y el agua que brota de ese trono va descendiendo por ella. De esta forma se unirían las imágenes del cuadrado y cubo, la pirámide y montaña de los dioses, propia de la tradición religiosa de muchos pueblos antiguos. Resulta conocida la fascinación que han ejercido las pirámides en muchas culturas, como imagen de gradación y jerarquía, de estabilidad y vida eterna. Dios mismo sería aquí pirámide en que todos los humanos se hallan inscritos, pirámide-esfera donde todos los puntos se encuentran igualmente distantes del centro, son centro y círculo, son altura y base. Sabiamente, Juan ha dejado que las tres imágenes: Ciudad Cuadrada, con muros y puertas abiertas, Cubo perfecto completo en sí mismo y Pirámide elevada sobre el cuadrado de la base) se limiten y fecunden una a la otra. Es muy posible que las tres se superpongan, para crear la impresión de una Ciudad, con las diferentes formas que la tradición y especulación religiosa del tiempo ha visto a los templos y ciudades sagradas.
e. La ciudad es Presencia que atrae (Dios hecho presencia).
No olvidemos que se trata de una ciudad, casa, presencia. Por eso los muros y las puertas, con piedras de lujo y colores, quedan en segundo plano. En
el centro emerge Dios, Presencia de Vida.
(1) No hay en la Ciudad Templo alguno (Ap 21, 22) porque todo en ella es templo: el mismo Dios y su Cordero que Cristo la convierten en sagrada. Dios ya no se halla fuera, como realidad que
se le añade, sino que es centro de ella, elemento constitutivo de su vida, plena transparencia, inmediatez total. Todo es Dios y, sin embargo, los humanos siguen siendo (empiezan a ser)
perfectamente humanos.
(2) No hay tampoco sol o estrellas (21, 23), pues la luz se encuentra dentro de ella. El mismo Dios de su claridad interior, brilla en la vida de los humanos. De esa manera, ella, la Ciudad, se vuelve resplandeciente, como Dios hecho sol (foco de luz) para la tierra, encarnación de la Gloria celeste en el mundo.
(3) Los Pueblos caminarán a su Luz y los reyes de la tierra le llevarán su gloria o dones (21, 24). Antes parecía que esta Ciudad se hallaba sola y en algún sentido es cierto: ella lo llena todo, es cielo y tierra, Dios mismo convertido en fuente de luz para
todos los vivientes. Pero en otra perspectiva, dentro de la más perfecta teología israelita, la Ciudad aparece como polo de atracción para el conjunto de las gentes que desean encontrar su
plenitud en ella. Esta imagen de la Ciudad Abierta (jamás cierra sus puertas) es el culmen del Apocalipsis. Esto es el cielo: lugar y estado en que todos comparten, por Dios (en Jesús, el
Cordero) la existencia
f. La misma Ciudad se vuelve Paraíso (jardín),
con una plaza y una alameda donde crece el Árbol de la Vida. Así se cumple ya, por siempre, el ideal primero (Gen 2), llega el Cielo de Dios, ya presente, Presencia sin fin, para los hombres.
(a) En el Centro de la Plaza se alza el Trono (Ap 22, 3) que es Uno y el mismo para Dios y su Cordero, Cristo. Pasamos así del entorno (murallas) al centro, descubriendo que la la Ciudad es una Plaza (lugar de encuentro) y la plaza un Trono: expresión del poder unido de Dios y del Cordero, que reinan por los siglos de los siglos (Ap 22, 5).
(b) Y los hombres verán su Rostro... (Ap 22, 4; cf. 17, 15). Ver a Dios es cielo, según la tradición cristiana que interpreta la felicidad como visión beatífica. Éste es un ver que supone compartir, un ver que implica familiaridad, encuentro. Es ver que sacia y transforma. No se habla aquí de conocer o tocar, sino de ver, simplemente de mirar y admirar. Ya no harán falta palabras, ni signos exteriores, ni mandatos legales... Es ciudad de luz, transparencia de cristal, gozo de los humanos residirá en la mirada perfecta y eterna, en cercanía amistosa.
g. En el centro del paraíso está Dios-Río.
«Y del trono de Dios y del Cordero brota un Río de Agua de Vida...» (Ap 22, 1). El Apocalipsis ha comenzado a describir el Cielo por el río: éste es a su juicio el signo más valioso, es Dios que se convierte en Agua de vida, río que llena la ciudad por dentro, sea Cuadrada, Pirámide o Cubo. Un río transparente nacido en la fuente de un Trono y corriendo por piedras preciosas (sin tierra) resulta imposible y sin embargo es la verdad del paraíso. Lo habían evocado las grandes profecías (Ez 47, 1; Zac 14, 8), pero ahora desborda todo lo esperado. Es la Ciudad hecha vida, es Dios y Cristo. Conforme a una visión tradicional (cf. Ez 47 y Zac 14), ese Río de Dios riega el Árbol de la Vida (cf. Gen 2). Si la ciudad es plana (cuadrada) se dirá que el río sale al campo exterior, formando a sus lados una preciosa avenida de árboles vitales, que llegan hasta el Mar Externo (Mar Muerto, al Oriente de Jerusalén) para así purificarlo (en la línea de Ez y Zac). Pero en esta visión del Apocalipsis la Ciudad-Cielo lo incluye todo: Dios mismo hecho Tienda (21, 3) o Cubo, Pirámide o Cuadrado de vida para los humanos. Por eso el río no sale (no hay un fuera) sino que avanza y se queda (se mueve y es pura quietud transparente de vida, mar-cielo, sin sal de amargura) en su Plaza, hecha presencia pura de Dios para los hombres.
h. El Cielo es finalmente el Árbol de la vida:
«En medio de su plaza y de su río, a un lado y a otro el Árbol de la Vida» (Ap 22, 2). Ya no existe el Árbol del Bien y del Mal, pues todo mal del mundo ha sido superado; sólo queda el Árbol de la vida, que es el Árbol del Bien, en el centro de la plaza y del río. En un sentido muy profundo todo (Trono, Río, Árbol, Ciudad) es Dios hecho Cordero de amor para los hombres. Ese Dios es Árbol de vida, multiplicado a los lados del río, pero siempre el mismo. Quizá pudiéramos decir que este Árbol del Agua de Dios es Dios mismo como alimento para los humanos, a lo largo de los doce meses del año, dando su fruto cada mes (Ap 22, 2).
Doce significa aquí perfección, cumplimiento israelita, cristiano y humano (lo mismo que las puertas y cimientos de Ap 21, 12-14). En un sentido, Dios es Doce… Pero, en otro sentido, el mismo “doce” es imposible, porque en la Ciudad no hay tiempo de sol o de luna que muden, haciendo así imposible la existencia de los meses (cf. Ap. 22, 5). Dios es sólo luz, sin oscuridad, sin meses cambiantes. De todas formas, dicho eso, debemos añadir que todo es, al fin, signo de Vida, de la única y múltiple vida de Dios. En esta perspectiva, de unidad y multiplicidad, cobran sentido las imágenes del Apocalipsis: toda la Ciudad es una puerta y doce puertas; un árbol y doce árboles, un ángel y doce ángeles... La Ciudad de Dios es el Paraíso original y el Banquete de Bodas de la nueva humanidad eterna, salvada por Cristo, el Cordero.

Relatos y memorias históricas.
Las tres españas (P. Zabala)
X. Pikaza
29 de septiembre de 2015
Tres españas actuales, tres culturas medievales, tres religiones monoteístas... El problema sigue abierto, las soluciones y respuestas son diferentes...
Decía Ortega y Gasset que yo soy yo y mi circunstancia, pero resulta que la circunstancia no está fuera de mí... pues mi yo es también circunstancia (no es sujeto absoluto, como siguió pensando en el fondo el Ortega neokantiano).
Somos un yo múltiple, y es preciso aprender a dialogar, no sólo en la línea de un diálogo interpersonal (unos con otros), sino antes que eso en un diálogo intra-personal, aceptando los diversos haces de luz de nuestra vida.
Hay un principio a mi juicio infalible: Quien sólo tiene un punto de vista no tiene ninguno; quien sólo tiene una verdad, no tiene ninguna es una fanático (sea presidente nuestra república o barrendero de barrio), sea positor u opositor, de los unos o de los otros.
Por eso es necesario escuchar varios relatos, Así lo dijo en historia Preston, así lo hemos dicho V. Aya y un servidor en nuestro diccionario... Así lo dice en otro plano P. Zabala.
Todo lo que sigue es tuyo, Pedro. Gracias una vez más. Dejo a mis amigos de blog con tu reflexión de domingo de urnas.
RELATOS Y MEMORIAS HISTÓRICAS (P. Zabala)
No dejan de sorprendernos los humanos en sus reacciones tan dispares. De tras de ellas hay cantidad de pre-juicios e ideas que si no son absolutamente falsas, sí que sólo contienen parte de verdad. En los colectivos, hay actitudes que se defienden en función de lo que suele llamarse LA memoria histórica. Pero resulta que no existe UNA, sino varias, a menudo contrapuestas, y defendidas con ardor por sectores de la sociedad, a lo peor para ocultar intereses bien egoístas.
Leí hace poco a una historiadora que, a propósito de la historia española, señalaba que se contraponen tres puntos de vista.
El primero parte de la premisa de que España es diferente de Europa y del resto del mundo, por lo que puede prescindirse de lo que acontecido fuera para entender lo nuestro; esto lleva a una visión romántica y exótica de la vieja Hispania, en la que encuentran satisfacción visitantes foráneos de antes y de ahora.
Otra se basa en los tintes oscuros de la actuación española en el mundo, recogidos en lo que se ha llamado la leyenda negra. Atrocidades, atropellos, bestialidades, cometidos en la
colonización de América y en nuestras pugnas con el resto de los países europeos. Crímenes también cometidos con más saña en nuestras contiendas internas.
Y luego está la ditirámbica que habla de nuestras gestas y heroicidades, que sólo ve virtudes en la actuación de nuestros antepasados. Y que sólo la envidia e inquina de nuestros seculares enemigos pretende ignorar.
La realidad no fué ni blanca, ni negra, en ella están los grises y toda la gama
cromática. Somos un conjunto de pueblos mestizos, mal avenidos a menudo, y con divisiones internas todos ellos. Eso que la mitología hispánica llama reconquista, parte de la descomposición del
imperio visigodo y de la llegada musulmana en el lejano 711. Conquistada la península, sin apenas resistencia, los cristianos y los judíos pudieron conservar y practicar su religión a cambio del
pago de un tributo.
La islamización de la mayoría de la población es innegable. Intereses económicos, la debilidad de la evangelización y el superior desarrollo, cultural y económico, del califato cordobés fueron
sus causas. El despunte de la resistencia cristiana en el norte por el ejemplo de los eremitas y el mito del sepulcro compostelano con el camino de Santiago y la implantación de los
monasterios cluniacenses y cistercienses nos ligaron en parte a Europa, rompiendo parcialmente la atracción seductora del Islam. Las contiendas fratricidas entre los reinos cristianos y las
taifas musulmanas, unas veces coaligadas y otras veces opuestas, componen el mosaico plural de esos largos siglos hasta la conquista de Granada.
Consagrada la unidad política se quiso imponer una sola religión: la expulsión de judíos y moriscos y la persecución por la Inquisición de los conversos sospechosos, erasmistas y protestantes muestra el lado oscuro de una historia, contrapuesto al brillo de nuestro siglo de oro cultural y el fulgor de nuestros místicos.
La conquista y colonización de América tiene también esos contrastes: gestas impresionantes, afán de lucro, masacre de comunidades indígenas, las encomiendas aplastadoras de los habitantes o el ardor de los dominicos Montesinos y las Casas y otros frailes denunciando esas injusticias como el experimento jesuíta de las reducciones guaraníes. Unas Leyes de Indias ejemplares y su general incumplimiento más la introducción de esclavos negros para la explotación de metales preciosos, necesarios para las aventuras imperialistas de la Corona que acababan en los bolsillos de banqueros centroeuropeos. El mestizaje mayoritario, fruto en unos casos de uniones libres y en otros de violaciones, muestra una aspecto singular de la expansión hispana, distinta de otras.
El apartamiento de los criollos de los cargos públicos reservados a hispanos de acá motivó un resentimiento, germen del fervor emancipador en el siglo XIX. Las luchas por la independencia de los nuevos Estados fueron no sólo entre americanos y ejército español, sino civiles dentro de cada país. Los gobiernos resultantes, fieles al nacionalismo, aplastaron aún más a las comunidades indígenas y lucharon por acabar con sus idiomas e implantar como único el castellano. Los restos del imperio hispano, Cuba, Puerto Rico y Filipinas acabaron en manos de otro gran imperio, el yanqui, aprovechando el afán insurrecionista de sus poblaciones.
La invasión napoleónica, la Constitución de 1812, la vuelta de Fernando VII fueron el pórtico de nuestro convulso siglo XIX. Sin su antecedente, no se puede entender la historia del XX. La restauración alfonsina, los partidos turnantes, el caciquismo como falseamiento de la democracia liberal, la guerra de África, la dictadura de Primo de Rivera, son la cadena de acontecimientos que desembocará en la 2ª república, hija de aquellos. Hubo un fervor popular e intentos de acabar con ella en sus inicios ya. La reforma educativa y la búsqueda de una reorganización territorial, ante el grave problema de los nacionalismos periféricos, fueron sus aspectos más positivos.
La revolución de Asturias, su anticlericalismo desbordado en la quema de iglesias y conventos, la reforma agraria truncada, un clima de violencia culminado en asesinatos políticos sus lacras más pronunciadas. Hija, aunque bastarda, de esa república fué la guerra civil con sus justos vencidos y sus injustos vencedores, en frase certera de Julián Marías. A ella siguió 40 años de dictadura. Los crímenes cometidos en ambos bandos durante la contienda y la durísima represión posterior, siguen alimentando dos memorias históricas sectarias y enconadas.
La llamada Transición fué hija del totalitarismo anterior y de las luchas populares en algunas zonas. Sólo pudo hacerse gracias a una transacción entre los restos franquistas y las nuevas fuerzas emergentes, entre el nacionalismo central y los periféricos. Todo esto se plasmó en la Constitución vigente.
Pero los años no pasan en balde. Alternaron en el poder dos grandes fuerzas, la heredera del pasado y la socialdemocracia, con el apoyo de los nacionalismos catalán y vasco, cuando no conseguían la mayoría absoluta. Pero la socialdemocracia, bajo Felipe González, acabó traicionando su ideología: La creación del GAL y la entrada en la OTAN fueron los hitos de esa transformación, culminada en la aceptación del neoliberalismo con algunos parches sociales. El Gobierno de Zapatero, con su negativa infantil a admitir la crisis y el pacto con el PP para reformar la Constitución, poniendo la exigencia de la Unión Europea de austeridad fiscal por encima de los derechos fundamentales de las personas culminaron esta traición.
Hoy con la irrupción de nuevas generaciones, la creciente desigualdad social, la emigración forzada de jóvenes universitarios, el desafío independentista del nacionalismo catalán ¿No nos encontramos en un callejón sin salida, si nos aferramos a viejas recetas y no partimos de una memoria histórica integradora y no sectaria?. ¿Dónde están los que miren la realidad sin cerrar ningún ojo y se comprometan al servicio del bien común, desde la base y en las instituciones y no por la búsqueda de su medro personal?

Laudato si'. Una crítica de la razón
(y sinrazón) ecológica
X. Pikaza
8 de julio de 2015
Desde Buenos Aires, donde he venido para inaugurar un coloquio sobre La tierra como albergue de todos los creyentes (ver postal de ayer), quiero evocar el argumento y tema básico de la encíclica del Papa Francisco.
-- Esta encíclica es una "crítica" en el sentido más hondo del término, es decir, un tratado fundamental sobre las bases y alcance de la ecología. Pero es también "crítica" porque pone bien al descubierto las falsedades y riesgos de un tipo de "razón dominadora" (agresiva, depredadora, injusta y mentirosa) que está corriendo el riesgo de envenenar y destruir la vida sobre el mundo.
-- Es una crítica de la razón ecológica... Como se sabe, la razón tiene diversos "usos": científico y técnico, sapiencial y místico, afectivo y lúdico, instrumental y dialogal... Pues bien, en esa línea se puede hablar de una razón ecológica, que piense y sienta en sintonía con la naturaleza. De ella quiero tratar en lo que sigue, partiendo de la Encíclica del Papa Francisco.
No hay quizá un documento de la Iglesia Católica que vaya a tener más influjo que esta encíclica. Pasará un tiempo hasta que muchos advirtamos su importancia,pero un día descubriremos su hondura y trascendencia. Esperemos que no sea demasiado tarde. Buen día desde el invierno austral.
Laudato si' Una crítica de la razón ecológica
Esta encíclica o “carta circular” del Papa Francisco, firmada el 24.05.2015 y presentada públicamente el 18.06.2015, comienza con las palabras italianas del Cántico de las Creaturas de Francisco de Asís: “Laudato si’… (Alabado seas, mi Señor) y se sitúa en la línea de su exhortación “Evangelii Gaudium” (El gozo del Evangelio, 2013).
Ella ha vuelto a sorprender y a despertar la conciencia de cientos millones de cristianos, pero también de no cristianos, por la fuerza y frescura de su mensaje ético, al servicio de una humanidad y de una tierra que se encuentra amenazada por el riesgo creciente de una muerte cósmica.
Esa muerte ecológica, que puede sumarse a la muerte atómica, genética y social, no es algo que se encuentre inmensamente lejos (como la formulada por la 2ª Ley de la Termodinámica, sobre la degradación de la energía), sino muy cerca, pues puede producirse en unos pocos siglos (algunos hablan de decenios), si seguimos impulsando una loca aventura de una modernidad, empeñada en su progreso insolidario, “gastando” para ello (¡detrás de nosotros el diluvio!) las fuentes de energía, especialmente las de tipo fósil, de la “madre tierra”, envenenando de esa forma su atmósfera y sus aguas.
Esta encíclica se sitúa en la línea de las “encíclicas sociales” de los Papas, que tienen más de un siglo de historia, desde León XIII (Rerum Novarum, 1891) hasta Benedicto XVI (Spe Salvi, 2007), con aportaciones de gran valor, como las ofrecidas por Pío XI, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Pero, sin perder su conexión con las anteriores, esta nueva encíclica toma un giro sorprendente y nos coloca ante una preocupación y una tarea nueva, ante un problema urgente, que ningún Papa, había destacado hasta el momento: El riesgo de una destrucción cósmica de la vida, motivada y acelerada por una utilización degradante e injusta de la energía terrestre.
Algunas encíclicas sociales de los papas:
n 1891 Rerum Novarum, Sobre la condición del trabajo León XIII
-- 1931 Quadragesimo Anno, Reconstrucción orden social Pío XI
-- 1963 Pacem in Terris. Paz en la tierra. Juan XXIII
-- 1967 Populorum Progressio, Desarrollo de los pueblos Pablo VI
-- 1971 Octogesima Adveniens, Una llamada a la acción Pablo VI
-- 1981 Laborem Exercens, Sobre el trabajo humano Juan Pablo II
-- 1987 Sollicitudo Rei Socialis, Sobra la preocupación social Juan Pablo II
-- 2007 Caritas in veritate, El amor em La verdad Benedicto XVI
Papa Francisco, una encíclica distinta
Este Papa, que viene casi del Tercer Mundo (de las villas pobres de Buenos Aires), tiene la valentía de exponer algo que otros papas, políticos, economistas y pensadores del Primer Mundo rico no se habían atrevido a decir, por defender unos intereses particulares, quizá legítimos en un sentido (en línea de libertad y creatividad), pero contrarios al interés de la humanidad.
De esa forma retoma, en una perspectiva práctica nueva, el mejor ideal de la gran Ilustración europea de los siglo XVIII y XIX, que Kant formuló de manera lapidaria en la Crítica de la Razón Práctica: Sólo es verdad aquel que vale (=sirve) para el bien de cada uno de los hombres y de la humanidad en su conjunto. En esa línea me atrevo a presentar esta encíclica como una crítica de la razón ecológica (una Carta Magna de la Ecología, como ha dicho L. Boff: http://www.jb.com.br/leonardo-boff/noticias/2015/06/18/a-carta-magna-da-ecologia-integral-grito-da-terra-grito-dos-pobres/). Desde ese fondo quiero destacar los tres puntos principales de su “crítica” creadora de la Encíclica, para indicar después que ella nos sitúa ante la tercera gran revolución de la humanidad:
1. El “fin” de la modernidad.
El Papa Francisco acepta y valora el desarrollo de la modernidad, tal como lo hizo Pablo VI (Populorum Progressio, 1967), pero descubre que ese mismo progreso industrial y técnico, político y económico lleva el germen de su propia destrucción, si es que no humaniza su despliegue y no lo pone (se pone) al servicio de los valores reales de la vida del hombre en la tierra. El progreso tiene un elemento bueno, vinculado al poder que el hombre ha conseguido por la tecno-ciencia. Pero ese mismo poder, mal utilizado, sin más guía y freno que la consecución de más poder, puede llevarnos a la destrucción no sólo de la naturaleza humana, sino de la misma vida del planeta tierra.
Éste es el punto de apoyo de la encíclica: Los hombres hemos logrado aumentar nuestro poder de vida, pero también el poder de matarnos, como sabía ya la Biblia (Dt 30), allí donde lo ponemos al servicio de la violencia interhumana (guerra) y de la búsqueda ilimitada de una producción económica, concentrada en unas pocas manos, y dirigida por la utilización indiscriminada de las energías fósiles. Éste no es, pues, un pecado meramente “religioso” en el sentido restringido de la palabra, sino un “pecado social y cósmico”, que puede llevarnos a la destrucción de la vida sobre el mundo, como he puesto de relieve de manera programática en Teodicea (Sígueme, Salamanca 2013), vinculando la “ex-sistencia” de Dios con la vida del cosmos, centrada para nosotros en el planeta tierra.
Situándose en esa perspectiva, el Papa asume las mejores aportaciones de la Teología de la Liberación, y en esa línea cita como autoridad a J. C. Scannone, que fue su maestro (núm. 150); pero, al mismo tiempo, se apoya en la reflexión crítica de la Segunda Ilustración, representada no sólo (al menos veladamente) por la primera Escuela de Fráncfort, sino también por el pensador ítalo-alemán R. Guardini, que, en su libro sobre “El fin de la Edad Moderna” (1950), puso ya de relieve, hace medio siglo, el riesgo de un poder técnico, político y económico desvinculado de la ética, es decir, de la justicia y solidaridad (núms. 203, notas 87, 92)
2. Una economía cancerosa
El Papa acepta el progreso de la economía productiva (con el valor de la empresa y el mercado)… pero quiere que ella se ponga al servicio de la vida concreta de los hombres, vinculado de forma inseparable a la “hermana madre tierra”, condenando para ello, de un modo tajante un tipo de especulación financiera y de ganancia a todo precio, que destruye (como un cáncer implacable) no sólo los bienes reales la tierra (por la polución, el cambio climático, la lucha por el agua…), sino que va en contra de la justicia y la fraternidad entre los hombres.
El Papa condena así una situación en la que “los poderes económicos continúan justificando el actual sistema de economía autónoma, de tipo financiero, en la que priman una especulación y una búsqueda de la ganancia pura “que tienden a ignorar… los efectos que ella produce sobre la dignidad humana y sobre el medio ambiente”, olvidando que “la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas” (núm. 56). En esa línea desenmascara el “mito del progreso” que, puesto al servicio de algunos, pone en riesgo la vida de todos en un planeta tierra de dimensiones limitadas (60, 79).
En ese plano, la crítica de Francisco resulta especialmente dura en contra de “un sistema económico que sigue impulsando, de manera ideológica y aprovechada, los mitos de una modernidad basada en la razón instrumental: el individualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin reglas” (210). En contra de eso, el Papa insiste en la necesidad de regular la producción y el mercado, desde una perspectiva igualitaria, de justicia, para bien de todos, no por lucha de clases, ni por exigencias de un tipo de comunismo ya sin influjo real en este tiempo, sino a partir de la misma vida de los hombres en la tierra.
El Papa condena así, de un modo radical, a los “poderes económicos que continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente”. A su juicio “la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas”. El Papa añade que muchos no tienen conciencia de realizar acciones inmorales; pero eso se debe al hecho de que “la distracción constante les quita la valentía de advertir el influjo de su conducta en la realidad de un mundo limitado y finito”. Por eso, hoy «cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta” (cf. num. 56).
3. Necesidad de una nueva política que no se esclava de la economía capitalista
El Papa valora la acción social al servicio del ser humano y la juzga necesaria… pero condena de forma tajante su “dejación” actual, que es el gran pecado de una parte de la política actual, que está dejando de buscar el bien de los hombres concretos y la fraternidad de los pueblos, para ponerse al servicio de una economía impersonal (financiera) y de un ejercicio de poder que se torna valioso en sí mismo (el poder por el poder, antes que el bien del hombre). Esa política ha dejado de ser una acción social al servicio del hombre, y se ha hecho esclava de una economía in-humana y mentirosa.
En este contexto, quizá por vez primera en un documento papal, después de cien años de condena del marxismo (y de un tipo de capitalismo), el Papa deja a un lado la oposición ya puramente retórica entre Comunismo de estado y Capitalismo liberal, para situarse en un nivel previo y más importante, de defensa real de todos los hombres y mujeres, concretos, reales, por encima de estados y naciones, en una “madre tierra” de la que formamos parte.
De manera consecuente, el Papa ha condenado una extracción y utilización egoísta de los “combustibles fósiles”, al servicio de unos poderes políticos y económicos, actualmente aliados, que,
avanzando en esa línea, terminarán envenenando la atmósfera y reduciendo las posibilidades de vida de la madre tierra (165). En esa línea, él se atreve a condenar la actitud de muchos políticos
actuales, que se han hecho esclavos de los poderes económicos, y así mienten a las poblaciones (como en la Conferencia de Río, 2012), defendiendo los intereses de un tipo de capital, en contra de
las personas concretas, pues “como siempre, el hilo se corta por lo más débil” (170).
Por eso, sigue diciendo el Papa: “La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana. La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación” (189).
Eso significa que sin la “renuncia” de algunos estamentos “poderosos”, sin un cambio económico, la vida del hombre en la tierra se vuelve imposible: “Es insostenible el comportamiento de aquellos que consumen y destruyen más y más, mientras otros todavía no pueden vivir de acuerdo con su dignidad humana. Por eso ha llegado la hora de aceptar cierto decrecimiento en algunas partes del mundo aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes” (193). Lógicamente, para que surjan nuevos modelos de progreso, necesitamos «cambiar el modelo de desarrollo global», lo cual implica reflexionar responsablemente «sobre el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones»… Un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse progreso (194).
4. Ante la tercera revolución
Sobre esos niveles de “crítica” económica y política avanza el pensamiento y propuesta del Papa Francisco, y su fuerte voz puede situarse entre la voz de aquellos que afirman que la humanidad se encuentra ante su riesgo y oportunidad definitiva, ante una tercera ola, ante un tercer reino que puede ser de vida o de muerte, en la línea de la gran propuesta de Dt 30, 15-16: Ponto ante ti la vida y la muerte, el bien y el mal, escoge…
Algunos de esos pensadores “ilustrados” como K. Marx y A. Comte habían insistido en el cambio de “paradigma” de la modernidad, entendido en forma de “giro copernicano”. Ese cambio, marcado por el paso de la teoría a la práctica, de la obediencia a la autonomía creadora del hombre, nos ofrecería un tipo de salvación. Hasta ahora los hombres habrían estado al servicio del mundo (para contemplarlo como algo exterior, para someterse a ello); pero ha llegado el tiempo en que el hombre se ha vuelto consciente de sí, dueño del mundo, de manera que no puede ya limitarse a comprenderlo, sino que ha de cambiarlo, configurarlo a su imagen y semejanza, sin límites ecológicos o morales.
El lema de la modernidad sería “atrévete a saber” (sapere aude), no sólo en un plano intelectual, sino también técnico, político y económico. Es como si nos dijeran: Atrévete a cambiar las cosas, dominando todo lo que puedas, en un plano racional y moral, político y económico... Atrévete, sin más, en el plano del átomo y la bomba, la combustión de carburantes fósiles y la especulación financiera, con plena libertad, sin cuidarte de la vida de los otros, pues tu libertad está por encima de ellos, y todo avance es bueno.
Ese principio, que estaba latente en un tipo de Ilustración del siglo XVIII-XIX, ha desembarcado en el siglo XX en la economía liberal de los Estados Unidos de América y en el colectivismo (marxista) de otros países, viniendo a dominar sobre la tierra entera hasta expresarse en la economía y política mundial de la actualidad (siglo XXI), de tipo ya puramente liberal y capitalista, empeñada en el dominio ilimitado del hombre sobre el mundo, en línea de progreso siempre creciente y de consumo mayor de energía.
Pues bien, el “desarrollo” consecuente de ese principio nos ha llevado a chocar contra un muro sin salida: Hemos logrado mucho dominio sobre el mundo, hemos amasado y amontonado un gran capital financiero, pero podemos envenenar las fuentes de vida de la tierra, igual que la fraternidad entre los hombres. Hemos creído que éramos eternos y que nuestro poder era “divino” en un plano material, pero olvidando que la tierra es limitada, que de ella venimos y en ella somos, de manera que si la destruimos nos destruimos a nosotros mismos.
5. Una ecología integral. Conclusiones
Ante esa situación, con la autoridad ética que le concede el ser representante de la iglesia Católica, y miembro de un país como Argentina, esclavizado por fuertes disensiones económicas, volviendo a las raíces de la experiencia bíblica y de la Palabra de Jesús, el Papa Francisco se atreve a dirigir a todo el mundo (no sólo a los cristianos) su palabra de juicio y su exigencia de cambio, para que el mundo de los hombres pueda ser espacio y tiempo de celebración gozosa.
De esa forma se sitúa y nos sitúa ante una “tercera revolución”, pero no en una línea de dominio técnico, de puro desarrollo científico o de acumulación de capital, sino de respeto a la vida del mundo, de justicia social y de gozo en el mundo. Superado el largo tiempo en que los hombres se hallaban dominados por la tierra (antigüedad), y los dos siglos de desarrollo imparable de una modernidad dominadora (XVIII-XX) en que los hombres han querido extruyas y manejar la tierra con su tecnología extractiva, al servicio de una economía financiera ideologizada (al servicio de algunos) , tiene que llegar la tercera etapa de una política nueva, al servicio de los hombres y los pueblos en cuanto tales (cf. 196), una política que se ponga al servicio real de todos los hombres y los pueblos (197), reconociendo errores pasados y poniendo su poder al servicio de los hombres concretos, en especial de los más débiles (198).
Francisco valora, evidentemente, la religión y el pensamiento, citando no sólo a maestros cristianos como Francisco de Asís y Juan de la Cruz (con R. Guardini, y otros pensadores protestantes y ortodoxos), sino a musulmanes (cf. el sufí Ali Al-Kawwas), pero no separa el “cielo” de la tierra (como a veces se ha dicho, no sólo desde el marxismo, sino también el liberalismo económico). Así dice que la mayor fidelidad al Cielo (que se identifica de Dios) se convierte en gozo y exigencia de mayor fidelidad a la tierra (que es revelación de Dios), con indicaremos con dos observaciones conclusivas:
1. La visión del Papa Francisco tiene un fondo apocalíptico, en el sentido fuerte de la palabra. A su juicio, la misma vida del hombre en el mundo está en peligro: La atmósfera se sigue envenenando y aumenta la temperatura de los mares, mientras las negociaciones de los poderes políticos (estados) fracasan en las cumbres mundiales, sometidos al dictado de una economía injusta (54), y de esa manera crece la degradación ambiental y la opresión humana sobre el mundo (56). Estamos ante el riesgo de unas guerras ecológicas: “Es previsible que, ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones” (57). Y mientras tanto crece “una ecología superficial o aparente que consolida un cierto adormecimiento y una alegre irresponsabilidad” (59).
2.
2. Pero más fuerte que ese tono negativo es su esperanza. El Papa Francisco cree en el valor positivo de la vida de los hombres, capaces de superar el riesgo de la destrucción. En esa
línea sorprende su esfuerzo por superar toda retórica (de un lado o del otro) y toda ideología, poniéndose al servicio de la justicia social, del reconocimiento mutuo y del despliegue de los
valores de la vida, sabiendo que formamos parte de la Vida de la Tierra, que es presencia y revelación de Dios. Por eso, su encíclica nos alegra a muchos que, desde un punto de vista religioso o
no, valoramos ante todo al hombre y buscamos la justicia en la verdad, a través del amor a los más débiles, dentro de una tierra que consideramos.
Así nos anima el Papa Francisco, impulsándonos a vivir y comprometernos en la línea de una política y de una economía distinta de la actual… Ciertamente, su propuesta podrá doler a muchos representantes de un sistema económico/político, que quieren mantener por encima de todo su “libertad” de producción, sin preocuparse de la justicia social y de la fraternidad de todos los hombres de la tierra (no sólo de los de su país), ni de los daños que pueden ocasionar en ella. Pero esta enciclica ofrecerá una alegría aún mayor, si cabe, a los que creen (creemos) en los seres humanos concretos, por encima de toda ideología.

Dios, un espacio múltiple:
No al terror anti-religioso (26.6.15)
Xabier Pikaza
27 de junio de 2015
En nombre de Dios, ha vuelto a derramarse sangre humana: Grupos de falsos musulmanes han asesinado a docenas de inocentes en varios países, para que así triunfe el orden inhumano de su religión.
En contra de eso, desde tiempo antiguo, los amigos de la vida, los fieles de Dios, han sabido que la verdad propia no consiste en destruir al otro, al que piensa y es distinto, sino en abrir caminos y espacios para que puedan caber todos:
-- La Cábala judía afirmaba que Dios se "encoge" para que puedan ser las cosas que son diferentes, que existamos nosotros; pero no todos los judíos han seguido esa enseñanza, y hay algunos que imponen un tipo de visión exclusivista de la vida donde están primero ellos, ellos, ellos.
-- El Dios del Islam dejaba espacio para los pobres y excluidos de la Meca y de la tierra entera; pero algunos musulmanes, de ISIS y otros grupos ser únicos, uniendo el "sólo Dios" (falsamente interpretado) al "sólo nosotros", no dejando que a su lado existan otros, con formas distintas de vida, y matándoles por tanto, como ayer lo han hecho de nuevo.
-- El Dios Cristiano abre un espacio para los distintos, dejándose incluso expulsar de su tierra en Jesucristo, pero no todos los cristianos han entendido y seguido a Jesús de verdad, y entre ellos (los cristianos) ha crecido un tipo de imperialismo económico-militar que quiere dominarlo todo sobre el mundo.
Pues bien, eso que hace Dios han de hacerlo sus "creyentes": dejar espacio, alegrarse de que vivan otros:
-- que los judíos abran abran campos de vida para musulmanes y distintos;que no se piensen los únicos, que no se apoderen de una tierra que es de todos, que no empleen el dinero al servicio de sus intereses.
-- que los musulmanes busquen el bien los judíos, no en teoría o en discursos oficiales, sino en la vida concreta (que no quieran echarles al mar); que exijan la disolución de ISIS y de todos los grupos terroristas, para que pueda darse una verdad universal sobre la tierra, pues de lo contrario acabarán matándose ellos mismos y matando su religión milenaria.
-- que los cristianos sepan lo que significa "amar a los enemigos y distintos", querer que les vaya bien, orar por ellos; que desliguen su experiencia religiosa de un tipo de imperialismo de la razón económica y política de algunas de sus instituciones.
Un camino, un proyecto
Se trata de pasar del imperialismo de la desconfianza (de un Dios absoluto que no deja lugar para los otros) a la tolerancia activa de un Dios cuya esencia consiste en hacer que los otros sean, que sean distinto, un Dios que no ocupa espacio, porque su espacio son todos.
Este es el baile de la verdad que suscita otras verdades, la danza de Dios, es decir, el baile de aquellos que giran y giran para compartir lños frutos de la tierra, los amores de la vida para disfrutar de esa manera unidos en comunión.
Por eso quiero hablar de la razón plural de Dios, que sólo es única siendo múltiple, siendo dialogada. Quiero hablar del baile de Dios que los teólogos cristianos llaman perijóresis: cada persona vive en la medida en que da mano a otra y bailan juntas y así se relacionan.
Eso es Dios, el giro creador del gozo compartido. O, si alguien prefiere, no hablemos de Dios, sino del baile y camino de la vida.
Que todos podamos compartir la danza creadora de la vida: niños judíos y musulmanes... Chicas y chicos, de oriente y occidente, cristianos, budistas, musulmanes... Empecemos bailando, sigamos bailando, es decir, dándonos la mano, para ser en común y alimentarnos uno de (con) los otros.
Aquí no hay sillón fijo ni siquiera para Dios, conforme a esa experiencia de la perijóresis de Dios, que los viejos teólogos latinos tradujeron con dos palabras fuerte.
-- Dios es circumincessio, un camino en el que cada uno va hacia el otro, para verle y sentirle, para gozar juntos.
-- Dios es circuminsessio: cada uno se sienta en el lugar del otro, no para ocupar su sillón y dominarle, sino para ver las cosas desde allí.
El judío tiene que ponerse en la "piel" de árabe de Gaza y viceversa; el musulmán de ISIS al que llaman fundamentalista y asesino, por imponer su visión equivocada del Islam, tiene que ponerse en el lugar del judío y del cristiano...
Sólo así, poniéndonos cada uno en el lugar del otro, estaremos todos en el lugar de Dios y Dios y en el de todos. Sólo así veremos que hay sitio para todos en la pequeña Palestina, tierra de filisteos, judíos y cristianos, con musulmanes... Y que hay lugar para todos en las viejas tierras de Sirio y Mesopotamia, de Túnez y Kuweit, donde ayer (26, 6, 15) han vuelto a estar llar las bombas.
No se gana nada por la fuerza de las armas, por el terror de las bombas, por la imposición económica. Sólo se gana vida y humanidad compartiendo, abriendo espacios para los otros?
-- ¿Podrán hacer eso los judíos y los musulmanes del entorno de la tierra de Palestina, en la costa oriental del Mediterráneo, en Siria y en Irak?
-- ¿Podrán cambiar en esa línea los musulmanes violentos del Estado Islámico, que nos están ofreciendo la caricatura más horrible del auténtico Islam?
-- ¿Podrán cambiar en esa línea los poderosos de oriente y occidente, con religión o sin religión, pero siempre con un dios de violencia y de poder, que suele llamarse dinero (Mamona)?
Pero no se lo podemos pedir a ellos solos: debemos comenzar creando espacio de baile de vida compartida en España y Alemania, en Congo y en Siberia..., en cada uno de los pequeños y los grandes lugares de la tierra. En esa línea debe situarse el cristianismo, en esa línea deen situarse las tradiciones religioesa y sociales de nuestro tiempo, como seguiré indicando.
Una reflexión final
Originalmente, las religiones son una experiencia integral y abierta de comunicación, por la que los miembros del grupo comparten experiencias, ideales y caminos. En ese sentido, las grandes religiones son anti-imperialistas (y anti-terroristas), de manera que han nacido o se han reformado cuando ciertas personas carismáticas (fundadores o reformadores) han criticado a la jerarquía anterior y han ofrecido la experiencia sagrada a todos los miembros de la sociedad:
-- así hicieron los hebreos, saliendo del sistema imperial de Egipto,
-- así hizo Jesús criticando a los escribas de un judaísmo jerárquico,
-- así hizo Buda separándose de los grandes jerarcas de la mística hindú,
-- así hizo Muhammad rompiendo con la oligaría comercial e ideológica de la Meca...
Por eso queremos que las religiones vuelvan a su origen, viniendo a presentarse como experiencias de comunicación...
-- La verdad del judaísmo no está en el triunfo del pueblo judío, sino en la vida de todos los pobres "hebreos" del mundo.
-- La verdad del cristianismo no está en la victoria del Dios de los cristianos, sino en la llegada del Reino de Dios para todos los pobres y excluídos de la tierra, sean o no cristianos.
-- Finalmente, el triunfo del Islam no está en la victoria de una determinada comunidad musulmana, sino en la revelación de la Verdad y de la Vida de Dios para todos los hombres.
Un buen cristiano debe querer el triunfo del auténtico Islam y un buen musulmán el triunfo del auténtico cristiano... y un buen judía el triunfo de todos, es decir, la llegada del tiempo mesiánico de la reconciliación y del diálogo, es decir, del baile de Dios.

Laudato si’.
Un retorno profético
y exigente a los problemas reales de la tierra
X. Pikaza
18 de junio de 2015
Esta encíclica del Papa Francisco tiene la capacidad de volver a emocionarnos tras su anterior exhortación “Evangelii Gaudium” (el gozo del evangelio). Sorprende y emociona, porque no utiliza un lenguaje falsamente erudito, sino concreto, profético y cordial, cercano a los problemas de la tierra, que son los de la vida humana. Es una Encíclica muy positiva, estando abierta a la polémica, precisamente por su cercanía a los problemas de la vida:
‒ Acepta y valora el desarrollo de la “modernidad” con su progreso… pero descubre en ella el germen de su propia destrucción, si no se humaniza el progreso y no se pone al servicio de los valores reales de la vida del hombre en la tierra.
‒ Acepta el progreso de la economía productiva (con el valor de la empresa y el mercado)… pero la pone al servicio del ser humano, condenando de forma tajante un tipo de especulación financiera y de ganancia a todo precio, que destruye la hermandad humana.
‒ Valora la política al servicio del ser humano y la juzga necesaria… pero condena de forma tajante su “dejación”: ha dejado de ser política al servicio del hombre, y se ha hecho esclava de un tipo de economía in-humana y mentirosa (Quizá por vez primera en un documento papa, después de cien años, se deja a un lado la oposición retórica entre capitalismo comunista de estado y capitalismo liberal).
‒ Valora, evidentemente, la religión y el pensamiento, citando no sólo a maestros cristianos como Francisco y Asís y Juan de la Cruz (con R. Guardini), sino a musulmanes, como el sufí Ali Al-Kawwas… pero no separa el “cielo” de la tierra, sino todo lo contrario: La mayor fidelidad al Cielo (=Dios) se convierte en gozo y exigencia de mayor fidelidad a la tierra (a la vida de los hombres…).
Lo que más sorprende en esta encíclica es su esfuerzo por superar toda retórica e ideología, volviendo a la realidad.
-- No hay en ella retórica religiosa... sino evocación emocionada del misterio (sin ningún tipo de imposición), que se expresa en un inmenso esfuerzo de fidelidad a la vida y tarea de los hombres concretos, en esta tierra amenazada en que vivimos.
-- No hay ideología, ni liberal ni anti-liberal, ni capitalista ni anti-capitalismo… sino un serio realismo esperanzado y exigente (profético), al servicio de la vida de todos, empezando desde los más pobres.
Ésta encíclica nos alegra a muchos que, desde un punto de vista religioso o no, valoramos ante todo al hombre y buscamos la justicia en la verdad, a través del amor a los más débiles, dentro de una tierra que consideramos casa común (para todos). Esta es una encíclica profética (retoma el estilo de Isaías y Amós), es una encíclica evangélica (se funda en la vida y mensaje de Jesús), es una encíclica cristiana, una gran protesta esperanzada en línea de humanidad…
Ésta es una encíclica que nos anima a trabajar en la línea de una política y de una economía distinta de la actual… Pero estoy seguro de que dolerá y molestará a los grandes poderes económicos y políticos, que se han olvidado del hombre real en la tierra:
‒ Tendrá que molestar y doler (y hacer cambiar) a las corporaciones-multinacionales, que sólo creen en el dinero financiero (que esta encíclica condena);y si no les molesta es que ya no les importa nada la vida real de los hombres y mujeres, sino sólo su capital.
‒ Tendrá que doler a los grandes estados, que se han puesto al servicio de una economía in-humana, empezando por USA (así lo ha dicho ya Mr. Jeb Bush, aspirante a la Presidencia de USA) y por CHINA, que no cumplen ni siquiera por vergüenza el mínimo de lo que han pedido los compromisos ecológicos que se han alcanzado ya, por ejemplo en Rio de Janeiro 2012.
‒ Tendrá que molestar incluso a la política capitalista de estados como el de España , que, en estos últimos años, han buscado el "bien" de su dinero, no la vida de los ciudadanos... una política vinculada al bien de los bancos, cuya retórica va en contra del mensaje de esta encíclica…
Pero dejo ya mis reflexiones. Que el lector interesado pase directamente al texto de esta “carta” de Francisco. Para los que tengan quizá menos tiempo ofrezco una selección de textos que le ayudarán a entender e interpretar quizá mejor la encíclica. Buen día a todos.
Laudato si’. Textos básicos:
Ecología. Un tema económico y social, político y religioso
Contra una cultura del descarte: Estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del descarte, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura(22).
Contra una utilización indiscriminada la la energía fósiles… La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan (23) .
Contra una ecología artificial y elitista: En algunos lugares, rurales y urbanos, la privatización de los espacios ha hecho que el acceso de los ciudadanos a zonas de particular belleza se vuelva difícil. En otros, se crean urbanizaciones « ecológicas» sólo al servicio de unos pocos, donde se procura evitar que otros entren a molestar una tranquilidad artificial(45)
En lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos atinan sólo a proponer una reducción de la natalidad…para legitimar así el modelo distributivo actual, donde una minoría se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar, porque el planeta no podría ni siquiera contener los residuos de semejante consumo (50)
La culpa de la política Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos (54).
El pecado de la economía Mientras tanto, los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente. Así se manifiesta que la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas (56).
El riesgo de unas guerras ecológicas: Es previsible que, ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones(57).. Al mismo tiempo, crece una ecología superficial o aparente que consolida un cierto adormecimiento y una alegre irresponsabilidad. Como suele suceder en épocas de profundas crisis, que requieren decisiones valientes, tenemos la tentación de pensar que lo que está ocurriendo no es cierto. (59)
La tierra, una herencia común:
Hoy creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos… La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada (93)
El medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos. Quien se apropia algo es sólo para administrarlo en bien de todos. Si no lo hacemos, cargamos sobre la conciencia el peso de negar la existencia de los otros (95).
El hombre actual, un riesgo: El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política. La economía asume todo desarrollo tecnológico en función del rédito, sin prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser humano. Las finanzas ahogan a la economía real. No se aprendieron las lecciones de la crisis financiera mundial y con mucha lentitud se aprenden las lecciones del deterioro ambiental (109)..
Mundo para el hombre, el riesgo de una libertad in-humana:
La falta de preocupación por medir el daño a la naturaleza y el impacto ambiental de las decisiones es sólo el reflejo muy visible de un desinterés por reconocer el mensaje que la naturaleza lleva inscrito en sus mismas estructuras. Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacitad –por poner sólo algunos ejemplos–, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza (117).
La cultura del relativismo es la misma patología que empuja a una persona a aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto, obligándola a trabajos forzados, o convirtiéndola en esclava a causa de una deuda. Es la misma lógica que lleva a la explotación sexual de los niños, o al abandono de los ancianos que no sirven para los propios intereses. Es también la lógica interna de quien dice: Dejemos que las fuerzas invisibles del mercado regulen la economía, porque sus impactos sobre la sociedad y sobre la naturaleza son daños inevitables (123).
Una libertad económica sólo declamada, pero donde las condiciones reales impiden que muchos puedan acceder realmente a ella, y donde se deteriora el acceso al trabajo, se convierte en un discurso contradictorio que deshonra a la política (129)
El riesgo de los combustibles fósiles, el gran pecado político. El hilo se rompe por lo más débil.
Sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes –sobre todo el carbón, pero aun el petróleo y, en menor medida, el gas– necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora (165).
En lo relacionado con el cambio climático, los avances son lamentablemente muy escasos. La reducción de gases de efecto invernadero requiere honestidad, valentía y responsabilidad, sobre todo de los países más poderosos y más contaminantes (169). La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el desarrollo sostenible denominada Rio+20 (Río de Janeiro 2012) emitió una extensa e ineficaz Declaración final. Las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global.
De este modo, se agrega una nueva injusticia envuelta en el ropaje del cuidado del ambiente. Como siempre, el hilo se corta por lo más débil (170).
Política y economía en diálogo para la plenitud humana:
La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diá- logo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana. La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación (189).
Dentro del esquema del rédito no hay lugar para pensar en los ritmos de la naturaleza, en sus tiempos de degradación y de regeneración, y en la complejidad de los ecosistemas, que pueden ser gravemente alterados por la intervención humana (190).
Un decrecimiento de los “ricos”:
Es insostenible el comportamiento de aquellos que consumen y destruyen más 148 y más, mientras otros todavía no pueden vivir de acuerdo con su dignidad humana. Por eso ha llegado la hora de aceptar cierto decrecimiento en algunas partes del mundo aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes (193).
Para que surjan nuevos modelos de progreso, necesitamos « cambiar el modelo de desarrollo global», 136 lo cual implica reflexionar responsablemente «sobre el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones»… Un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse progreso (194).
El principio de maximización de la ganancia, que tiende a aislarse de toda otra consideración, es una distorsión conceptual de la economía: si aumenta la producción, interesa poco que se produzca a costa de los recursos futuros o de la salud del ambiente (195).
Otra economía y política es posible y necesaria:
Es verdad que hoy algunos sectores económicos ejercen más poder que los mismos Estados. Pero no se puede justificar una economía sin política, que sería incapaz de propiciar otra lógica que rija los diversos aspectos de la crisis actual (196).
Necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis… Si el Estado no cumple su rol en una región, algunos grupos económicos pueden aparecer como benefactores y detentar el poder real, sintiéndose autorizados a no cumplir ciertas normas, hasta dar lugar a diversas formas de criminalidad organizada, trata de personas, narcotráfico y violencia muy difíciles de erradicar (197).
La política y la economía tienden a culparse mutuamente por lo que se refiere a la pobreza y a la degradación del ambiente. Pero lo que se espera es que reconozcan sus propios errores y encuentren formas de interacción orientadas al bien común. Mientras unos se desesperan sólo por el rédito económico y otros se obsesionan sólo por conservar o acrecentar el poder, lo que tenemos son guerras o acuerdos espurios donde lo que menos interesa a las dos partes es preservar el ambiente y cuidar a los más débiles (198).
Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social. Es lo que ocurre cuando los movimientos de consumidores logran que dejen de adquirirse ciertos productos y así se vuelven efectivos para modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los patrones de producción (206).
(Seguirá en días sucesivos un comentario de algunos pasajes de esta encíclica).

Manuela Carmena, un testimonio admirado
Xabier Pikaza
25 de mayo de 2015
No la conozco personalmente, nunca la he visto, no he seguido su “carrera” social y política en los últimos años, a no ser lo que han dicho estos días los periódicos. Pero tengo algunos recuerdos de su tiempo como titular del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria num. 1 de Madrid, hacia el año 1989.
Leí por entonces varias declaraciones suyas, y me inspiré incluso en ellas para situar mi trabajo en el entorno de la pastoral penitenciaria, tema sobre el que escribí más tarde un libro sobre la “visión social cristiana” de las cárceles (Dios Preso, Sec. Trinitario, Salamanca 2006 ). No sé si va a ser la próxima alcaldesa de Madrid, pero quiero saludarla desde este blog con admiración y agradecimiento, por lo que ha sido y ha hecho al servicio de los encarcelados, que son los miembros más sensibles de la sociedad.
CARMENA Y LAS CÁRCELES
1. Quiso impulsar la rehabilitación de todos los encarcelados, cumpliendo así el mandato de la Constitución (Num. 25: Las cárceles tienen la finalidad de rehabilitar y socializar a los encarcelados…). Procuró que ese mandato se cumpliera con todos, incuso con los presos de ETA. No creía en la venganza ni el castigo, sino en los valores humanos, queriendo que la sociedad ofreciera espacios de vida social digna para todos, no al servicio del poder y seguridad de uno pocos, ni del capital, sino de todos los hombres y mujeres, empezando por los menos favorecidos.
No sé si ha sido y si es “cristiana confesional” (no me importa en este momento). No sé si ha sido y si es “anticlerical” en el sentido vulgar de la palabra, tampoco me interesa. Pero ha sido, por lo que sé, una persona que ha querido transmitir unos valores sociales de dignidad y respeto en el mundo de la cárcel , mostrando así un hondo sentido cristiano.
2. Ofreció la mejor colaboración a los “voluntarios y agentes de pastoral de la Iglesia”. Me han contado esta “historia” los dos responsables fundamentales de la Pastoral Penitenciaria, que siguen en activo en este momento.
En una primera entrevista, la Dra. Carmena se enfrento con ellos y les puso muchas dificultades para seguir actuando. Ellos le dijeron: “Estudie este dossier que le presentamos, y vea lo que hacemos… después podremos hablar”. Así quedaron.
Y a las pocas semanas les llamó ella misma, para pedirles perdón por su actitud anterior y para ofrecerles todas las facilidades posibles “porque ustedes ofrecen el mejor servicio de solidaridad social y humana en el mundo de la cárcel”. Y así fue: En los años de Carmena los agentes de pastoral cristiana en las cárceles tuvieron la máxima ayuda, respeto y solidaridad, mucho mayor que la ofrecida por “gobernantes posteriores” que se han querido llamar cristianos, incluso practicantes, pero que no lo han sido de hecho, pues no han mostrado sensibilidad humana y justicia real en el mundo de la cárcel.
3. Carmena quiso que las cárceles fueran lo que quiere la Constitución española, de manera que la estancia en ella fuera un proceso de de reinserción social y reeducación laboral y humana. En ese sentido llegó a la conclusión de que las cárceles "hay que vaciarlas" en todo lo posible,, pues no cumplen su función, dejando en ellas sólo a los que no pueden ser tratados y acompañados social y humanamente de otra forma. Quería en esa línea que los presos pudieran ser respetados como la ley exige (y como piden la dignidad humana).
Por todo esto y por otras razones que no es momento de resaltar, quiero saludarla con admiración como posible alcaldesa de Madrid. En este blog no entro ni quiero entrar en políticas de partidos; pero el otro día leí la entrevista con las dos candidatas mayores a la alcaldía de Madrid: M. Carmena y E. Aguirre. Sentí vergüenza ajena por lo que dijo la Sra. Aguirre sobre el trabajo de Carmena en el mundo penitenciario. No me gustaría que, tras decir esas cosas, sin razón alguna, la Sra. Aguirre fuera alcaldesa de la capital del Estado Español.

La “misa” discutida de la Sagrada Familia
(con P. Zabala)
Xabier Pikaza
28 de abril de 2015
El pasado lunes (27.4.15) se celebró en la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona una “misa” de oración y recuerdo por las víctimas del accidente del avión de Germanwings, en los Alpes franceses, con la presencia de los reyes Felipe y Letizia. Así la presenta un periódico español de gran tirada:
“La misa comenzó poco después de las seis de la tarde y fue oficiada en castellano, catalán, francés, alemán, inglés y griego desde el presbiterio de la basílica. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el alcalde de Barcelona,Xavier Trias, entre decenas de cargos públicos, acompañaron en la nave central al medio millar de allegados de las víctimas. El arzobispo de Barcelona, el cardenal Lluís Martínez Sistach, dedicó unas palabras también a “las víctimas del terremoto del Nepal y de las pateras en el Mediterráneo”.
“ La misa- funeral estuvo precedido por la polémica después de que el cardenal Sistach alegara que la mayoría de las víctimas era católicas para negarse así a realizar una ceremonia interreligiosa como la que ofició el pasado 17 de abril el cardenal de Colonia, Rainer Woelki. De nada sirvieron las reuniones previas en las que el Gobierno central y la Generalitat solicitaron a Sistach abrir el funeral a otros cultos. La única concesión fue permitir que tres miembros de otras comunidades religiosas pronunciaran unos discursos tras la oración católica final y la bendición del arzobispo.Tras la bendición fue el turno de los cultos no católicos. El primero en hablar fue el pastor evangélico Guillem Correa. Le siguieron los líderes de la comunidad judía y musulmana.
Entre la representación internacional destacó la presencia del secretario de Estado de Asuntos Europeos, Harlem Desir, y la del jefe de la Cancillería Federal alemana, Peter Altmaier. También acudieron el presidente de Lufthansa, Carsten Sporh, y el director general de Germanwings, Thomas Winkelmann” (El Pais, 28.4.15).
Ante ese acontecimiento, por la repercusión mediática y "mundana" que ha tenido, quiero ofrecer una simples reflexiones, como ciudadano y como cristiano:
‒ Estoy convencido del valor e importancia de la “oración por/con los difuntos”, como signo de comunión de los santos y como forma profunda de duelo, de un “duelo universal”, que vincula a los católico/cristianos con todos los hombres y mujeres del mundo. En ese sentido la oración/recuerdo por los muertos (desde una perspectiva confesional/religiosa o simplemente humana) me parece muy importante; está en la base de nuestra cultura y sociedad, desde las tumbas más antiguas por los muertos hasta las misas de la Sagrada Familia.
‒ Pienso también que el lugar (la Sagrada Familia de Barcelona) era el apropiado. Pero estoy en contra de que se tratara de una “misa” (eucaristía), y de que fuera presidida (por no decir monopolizada) por el Arzobispo de Barcelona (con reyes y presidentes de España y Cataluña… con otros “dignatarios”, dejando en segundo plano a los representantes de otras confesiones/religiones y a los "no creyentes" confesionales (y a los marginados de la ciudad) por dos razones principales:
1. Porque que aquel gesto/misa no fue signo de comunión entre católicos y los creyentes de otras confesiones y religiones… y entre no creyentes religiosos que podían y debían haber dicho allí su palabra de solidaridad humana No fue signo comunión en el dolor y en el respeto (y la esperanza) entre todos los hombres, sean o no religiosos en sentido estricto. Tenía que haber sido una “liturgia en corro”, en comunión de palabra, silencio y canto entre todos los grupos presentes, empezando por los familiares y amigos de los difuntos, con participación de la “sociedad laica”, un gesto de comunión humana en el que caben todos (empezando por los emigrantes, mendigos y expulsados de la sociedad oficial).
2. Porque la “eucaristía cristiana” (católica) tiene otro sentido, otra función, otro lugar (como diré en las reflexiones finales) Celebrar la eucaristía en este contexto va, a mi juicio, en contra del más hondo misterio cristianos. Ciertamente, el lugar religioso quizá más digno de Barcelona es la “Sagrada Familia”, pero como lugar de oración universal (que en este caso no debería haber sido “misa”)
Así lo ha puesto de relieve mi amigo Pedro Zabala. Así he querido destacarlo al fin yo mismo. Buen día a odos.
Y EL SANEDRÍN SIGUE... (Pedro Zabala)
Los judíos perdieron el sanedrín y lo heredamos los cristianos. Y así sigue: ¿hasta cuándo?... La última muestra de su pervivencia, la tenemos en el funeral de estado, celebrado en Barcelona, con asistencia de las máximas autoridades civiles, centrales y autonómicas, por las víctimas del reciente siniestro aéreo en los Alpes.
De nada sirvió que se pidiera que fuera una celebración ecuménica. Con el argumento de que la mayoría de los fallecidos eran católicos -o bautizados-, el Arzobispo de la capital de Cataluña impuso el rito católico, despreciando a quienes pertenecían a otras confesiones, cristianas o no, o no eran creyentes. Y además en la línea del rancio nacionalcatolicismo, con una confesionalidad vergonzante, se reservan los lugares de honor a las jerarquías civiles. ¿Dónde quedan la cacareada libertad religiosa y la separación de la Iglesia y el Estado?.
Afortunadamente, al finalizar la misa, los representantes de la iglesia evangélica, del judaísmo y los islamitas, pudieron intervenir, dirigiendo sentidas palabras, desde su respectiva tradición religiosa a las víctimas. Me impresionaron hondamente las pronunciadas por el representante de la comunidad hebrea…
La Leyenda del Gran Inquisidor de Dostoyeski. Jesús vuelve y acaba en la mazmorra de la inquisición sevillana. El gran inquisidor lo reconoce como todo el pueblo sevillano, pero intenta convencerlo de que su Mensaje estaba equivocado y de que su tarea persecutoria es necesaria. Su monólogo no tiene desperdicio, con Jesús silencioso y mirándole fija y dulcemente a los ojos. Acaba despachando a Jesús, con un ¡no vuelvas más! Y con el beso del Nazareno a quien empleaba su nombre para torturar y tiranizar.
Los que queremos seguir a Jesús, sabemos que estaría en una cárcel, o en un centro de detención de emigrantes, o compartiendo el espacio de un cajero automático con los sin techo...o en una patera cruzando el Mediterráneo. Estaría con los últimos, con los empobrecidos y perseguidos, no se refugiaría en ningún templo de la religión que fuere.
Y ¿adónde iría a orar?. En su vida tenemos claro lo que hacía, solía retirarse a un lugar apartado. Y en el diálogo con la samaritana, nos dió la clave: “créeme, mujer, está llegando el momento en que para dar culto al Padre, no tendréis que subir a este monte, ni ir a Jerusalén...Está llegando el momento, mejor dicho ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque estos son los adoradores que el Padre quiere. Dios es espíritu y quienes le rinden culto deben hacerlo en espíritu y verdad”.
Claro que una pregunta inquietante me asalta: ¿Y si cogiera el látigo para echar a zurriagazos al sanedrín que sigue imponiendo una visión exclusivista de la religión y no deja que sus seguidores, los alejados y los buscadores de la verdad puedan conocerlo?.
La “misa” no es para eso, reflexiones a vuela-pluma (X. Pikaza)
(Asumo las reflexiones de P. Zabala, aunque quizá yo matizaría el signo del "sanedrín", que tenía otros valores más positivos, y destacaría el de los "sacerdotes" oficiales del templo, en tiempo de Jesús).
Siento pudor ante la eucaristía convertida en espectáculo: algo que se puede exponer y ostentar ante los demás. Es bellísimo lo que se ha hecho en esa línea, sobre todo en la línea de música y de la arquitectura barroca, que son un monumento a la presencia real de Cristo en los signos eucarísticos. Pero, esos signos han corrido el riesgo de perder su referencia real: dejan de ser comida, expresión de un grupo de creyentes que se reúnen para entregarse en amor unos a otros, sacramento y promesa de la unidad final de todos los humanos.
Más peligroso es aún el signo de una “eucaristía” convertida en artículo de consumo, en un tipo de “ceremonia” abierta sin más al gran público, con presencia de reyes y presidentes (creyentes o no…). Hubiera sido necesaria otra forma de oración en la Sagrada Familia, una oración universal, hecho de silencio y canto, con palabra de todos los que quisieran tomar la palabra. Después, en otro momentos, los cristianos/católicos creyentes podrían haber celebrado en comunión de fe y de vida la eucaristía de la Última Cena de Jesús.
Esta misa de la Sagrada Familia tuvo momentos emocionantes, tanto en sentido artístico como mediático… Pero me pareció una “liturgia del sistema”, no una misa de Jesús. Una celebración de los “medios”, que se expresa en forma de representación, como espectáculo circense, gran teatro del mundo, organizado por los poderes mediáticos (radio, intenet, televisión) al servicio del consumo de reyes, presidentes y dignatarios del sistema.
Ciertamente, hubo sin duda mucha “oración sincera”, mucha gente que fue a vincularse con los “difuntos” en espíritu y verdad, en el marco incomparable del gran templo. Pero hubo también codazos (¡la misa es mía, no tuya!), sin verdadera comunión (intercomunicó), sin respeto a la búsqueda de verdad de todos.
Vivimos en una sociedad mediática, donde reyes y presidentes quieren salir en la foto, para que se les vea. En esa línea, a mi modesto entender, la Misa de la Sagrada Familia no fue misa de todas las familias reales del mundo, sino celebración de una familia regia, con "presidentes de gobierno" que "salen en la foto católica", y con un tipo de catolicismo que quiere “imponerse” de algún modo, copando con su liturgia/misa una celebración que debía haber sido universal, abierta por igual a todos.
Pienso que la “misa católica” debe superar ese nivel y conducirnos con Jesús al lugar de la ruptura orante, al encuentro personal con Dios, en comunión de pan con todos. Jesús rechazó el culto del sistema (sacrificios, ritos nacionales), para dialogar con Dios desde la vida, en comunión directa con los hombres y mujeres de su entorno.
Ciertamente, la iglesia actual habla de oración, pero a veces parece que le tiene miedo. La mayoría de los templos cristianos de occidente se han cerrado o son para turistas. Muchos oran con recetas o modelos orientales, como si la fuente de misterio de la iglesia se hubiera secado: no hay apenas varones contemplativos; las admirables mujeres de las grandes tradiciones monacales (benedictinas, franciscanas, carmelitas) están ahí como signo de oración universal… Pero en lugar de eso, en ocasiones como éstas, vuelve el Sanedrín, como dice mi amigo P. Zabala

Por el buen camino.
CEE: Iglesia servidora de los pobres.
Xabier Pikaza
28 de abril de 2015
La CV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española ha publicado (24.4.2015) una Instrucción Pastoral sobre La Iglesia, servidora de los pobres, aprobada y publicada precisamente en Ávila (foto), retomando el "magisterio" religioso y social de Santa Teresa este año de su centenario.
Cf. http://www.conferenciaepiscopal.es/images/stories/documentos/Iglesia_servidora.MCSFinal.pdf
Santa Teresa quiso salir a la "vida real", para hacer que el evangelio empalmara de nuevo con su experiencia de mujer, en un mundo renovado, con gran libertad, con fidelidad radical al evangelio. Así quiere hacer este documento, que retoma desde el mensaje y vida de Jesús la vida concreta de los hombres y mujeres a quienes se dirige el evangelio. Quiero demostrar aquí mi alegría por ello,
La Instrucción es notable, mucho mejor que las anteriores, situándose como digo en el buen camino (pero de verdad, no como dicen los políticos...). Es lo más positivo que ha escrito la CEE en los últimos 25 años, pero debe seguir progresando, pues quedan aún temas en los que ella ha de profundizar, en un plano de escucha de Biblia, de análisis social y de “fidelidad” al Magisterio de Francisco.
Ha sido bien en general bien aceptada por los medios eclesiales, habrá que ver cómo responden los “agentes sociales” y políticos... Creo que pasarán de largo, aunque podrían y deberían aprender mucho de ella. De todas formas, tras mi felicitación, debo añadir que me parece todavía insuficiente:
‒ Es una Instrucción cristiana, en el sentido fuerte del término, pues toma en serio el mensaje de Cristo… pero no alcanza la experiencia y proyecto radical de los profetas, ni el compromiso mesiánico/social de Jesús, ni la alternativa expresa de los evangelios… Da la impresión de que sigue demasiado centrada en lo que “hay”, como si tuviera que defender aún cierto tipo estructuras político/económicas de este mundo, maquillando algunos de sus defectos, pero sin propugnar un cambio radical, en línea de evangelio.
‒ Es una Instrucción de Iglesia, en sintonía con el magisterio pontificio de los últimos decenios (mucho Juan Pablo II, mucho Benedicto XVI…), con buenas citas del Papa Francisco, pero no llega a las raíces de la Evangelii Gaudium, y omite (como mostraré) su definición radical de solidaridad.
‒ Es una instrucción actual, en un tiempo de crisis/post-crisis del sistema occidental. Ciertamente, crítica con razón ese sistema económico y político imperante (especialmente el de España), rechazando sus males de división social, capitalismo financiero y mentira política… pero no se arriesga a buscar una alternativa radical de evangelio.
La Instrucción es buena, incluso muy buena, pero a mi juicio se queda corta en humanidad, economía y evangelio. En esa línea añado que no es plenamente realista.
La única forma de ser hoy realistas es volvernos radicalmente utópicos desde el evangelio (es decir, desde los excluidos del sistema), pues así fue realista Jesús, aunque para ello tuvo que enfrentarse con Jerusalén.
(Segunda imagen: Caricatura de el Diario...)
1. EN EL BUEN CAMINO
Deseo que mis lectores estudien por sí mismos el documento, pues tiene riquezas que yo no puedo ni evocar. Aquí bastarán algunas citas para demostrarlo. No será necesario que las comente. Podrían multiplicarse.
Num. 15. En el origen de la actual crisis económica hay una crisis previa: “La negación de la primacía del ser humano”. Esta negación es consecuencia de negar la primacía de Dios en la vida personal y social… Un orden económico establecido exclusivamente sobre el afán del lucro y las ansias desmedidas de dinero, sin consideración a las verdaderas necesidades del hombre, está aquejado de desequilibrios que las crisis recurrentes ponen de manifiesto.
16. Urge recuperar una economía basada en la ética y en el bien común por encima de los intereses individuales y egoístas.
19. La crisis no ha sido igual para todos. De hecho, para algunos, apenas han cambiado las cosas. Todos los datos oficiales muestran el aumento de la desigualdad y de la exclusión social, lo que representa sin duda una seria amenaza a largo plazo.
22. Se dice que la economía tiene su propia lógica que no puede mezclarse con cuestiones ajenas, por ejemplo, éticas. Ante afirmaciones como ésta es necesario reaccionar recuperando la dimensión ética de la economía, y de una ética “amiga” de la persona, pues “la ética lleva a un Dios que espera una respuesta comprometida que está fuera de las categorías del mercado”…
25. En una cultura que excluye y olvida a los más pobres, hasta el punto de considerarlos un desecho para esta sociedad del consumo y del bienestar, es urgente tomar conciencia de otro principio básico de la Doctrina Social de la Iglesia: el destino universal de los bienes.
San Juan Crisóstomo afirmaba que “no hacer participar a los pobres de los propios bienes es robarles y quitarles la vida. Lo que poseemos no son bienes nuestros sino los suyos” y san Agustín decía que cuando tú tienes y tu hermano no, ocurren dos cosas: “Él carece de dinero y tú de justicia”. San Gregorio Magno concluía que “cuando suministramos algunas cosas necesarias a los indigentes, les devolvemos lo que es suyo, no damos generosamente de lo nuestro: Satisfacemos una obra de justicia, más que hacer una obra de misericordia”.
26. La Doctrina Social de la Iglesia, arraigada en esta tradición, ha afirmado claramente el destino universal de los bienes: “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos.
27. Necesitamos repensar el concepto de solidaridad para responder adecuadamente a los problemas actuales. Nos ayudarán dos citas.
La primera está tomada de san Juan Pablo II: «La solidaridad no es, pues, un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos».
La segunda es del papa Francisco: «La palabra “solidaridad” está un poco desgastada y a veces se la interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad. Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos» (EG 188).
48. La pobreza no es consecuencia de un fatalismo inexorable, tiene causas responsables. Detrás de ella hay mecanismos económicos, financieros, sociales, políticos…; nacionales e internacionales.
DEBE SEGUIR AVANZANDO. FALTA LA CITA CLAVE DE EG 189
La Instrucción quiere ser “cristiana”, desde la perspectiva de la “crisis”, en la línea del Papa Francisco. Como verá quien haya leído mi resumen anterior, ella cita un texto importante de la Evangelii Gaudium 188, que empieza definiendo el sentido de la solidaridad, por olvida (¿intencionadamente?) el número siguiente, donde se define ya plenamente su origen y sentido:
La solidaridad es una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada. La posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien común, por lo cual la solidaridad debe vivirse como la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde (EG 189).
Comentario
‒ La solidaridad es una decisión, no una razón, ni un dato de teoría económica. Es una decisión personal, cordial… Puede estar apoyada por el contexto social y también por razones de supervivencia como especie (sin solidaridad podemos destruirnos). Pero ella es en el fondo una decisión libre, voluntaria a favor del bien de todos los hombres, desde los pobres (no desde el sistema).
En esa línea, de la Iglesia Española pedimos una decisión más que una instrucción. Ciertamente la Iglesia en general trabajo por los "pobres" en medio de la crisis, es la institución social que más trabaja, pero falta la gran decisión de la "cúpula", un cambio de rumbo.
‒ La solidaridad no es simplemente “dar” sino “devolver”, pues lo todo lo que tenemos (lo que no necesitamos estrictamente para vivir) no es nuestro, sino de los otros, de los pobres. Si cerramos algo para nosoros (como sociedad, como personas) es que lo hemos “robado”, como ladrones de guante blanco o negro… Nos hemos apropiado de los bienes de todos para uso particular nuestro. Por eso la solidaridad es justicia, en el sentido más hondo del término.
(Pienso que la Iglesia en conjunto no se ha dado cuenta de esa exigencia de "devolver" a los pobres, no a los políticos ni a los administradores sociales....)
‒ Solidaridad es “devolver al pobre”, es decir, al que no tiene, porque le han robado lo suyo. El pobre no lo es por naturaleza, sino porque es un “robado”, alguien a quien le han quitado, de forma directa o indirecta, la comida o bebida, la patria y dignidad, la salud y la libertad (Mt 25, 31-46). Le han robado en el camino que va de Jerusalén a Jericó, el camino universal del latrocinio (parábola del Buen Samaritano). Solidaridad es justicia humana, es comunión, por encima de patrias, banderas e incluso religiones. Es la religión del Dios que se hace hombre.
‒ Lo que le corresponde, es decir, lo necesario para vivir en libertad y salud, en dignidad y comunión… en un mundo que Dios ha creado para todos (ha dado a todos). A partir de aquí podría haber elaborado mejor su discurso esta Instrucción de la CEE, que es buena (mucho mejor que lo que dicen nuestros políticos de turno), pero que a la postre resulta insuficiente.

La originalidad de Jesús,
a tres manos (Sabán, Zabala, Pikaza)
Xabier Pikaza
24 de abril de 2015
Pedro Zabala me ha enviado la reseña de una conferencia de Mario Sabán, judío sefardita, en Logroño, defendiendo en carácter totalmente judío de Jesús, con unas reflexiones suyas sobre la novedad de Jesús miradas desde un trasfondo judío.
Zabala, colaborador fiel y sabio de este blog , ha añadido su interpretación del tema y me ha pedido que añada quizá mi perspectiva, cosa que hago con todo gusto, introduciendo al fin mi propio reflexión para mostrar que Jesús (el más judío de todos los judíos) inició un movimiento que “rompió” las fronteras del judaísmo rabínico y nacional, ofreciendo un camino mesiánico y universal de transformación humana.
A Pedro Zabala, profesor de Derecho de la UNED de Logroño, le conocen bien mis lectores; su visión de Jesús resulta concisa, esencial, certera. Sobre Mario Sabán he introducido al menos dos postales en este blog, presentando (con el Prof. Antonio Piñero) alguno de sus libros; es un defensor apasionado del carácter "judío" (no cristiano) de Jesús. Mi visión ya la conocen los lectores de este blog, aunque aquí añado algunas precisiones menos conocidas.
El tema que sigue, interpretado a tres manos (un judío, un abogado cristiano, un teólogo), ofrece una visión, a mi juicio, sensata y profunda de la originalidad de Jesús.
1. MARIO SABÁN. UNA CONFERENCIA EN LOGROÑO (presentada por P. Zabala)
Mario Sabán, sefardí, divulgador de la cultura judía, nos dio una charla en Logroño sobre la figura de Jesús, aquel judío marginal. Con su profundo conocimiento de la realidad religioso-política del imperio romano y de Palestina en aquella época, nos fue desvelando los profundo lazos de Jesús con la tradición hebrea.
Señaló cómo fue un rabí itinerante, de la línea más flexible, inspirada en la misericordia, en la interpretación de la ley mosaica. Sus semejanzas con las corrientes dominantes en el variadísimo mundo judío. Su radicalidad que le aproximaba a los esenios. Y el proceso de naturaleza, estrictamente política, instigado por la minoría dominante en el sanedrín, que acabó con su asesinato ordenado por el gobernador ante la pretensión mesiánica de sus seguidores, que le convertía en enemigo del imperio.
Así que el público salió complacidísimo de su exposición y de las respuestas que dio a las preguntas formuladas en el coloquio.
Desde el punto de vista cristiano, surge inevitablemente la pregunta: ¿Qué tuvo Jesús de innovación, aunque no fuese rupturista, en esa indudable filiación hebraica?. Mis reflexiones, precarias y provisionales por mis escasos conocimientos bíblicos, intentan formular algunas respuestas.
Parece claro que Jesús no fundó el cristianismo, sino puso en marcha un movimiento de personas a las que invitaba a trabajar por el Reino de Dios. No quiso abolir la ley, sino con fidelidad a su espíritu originario, ponerla al servicio del ser humano y no al revés.
2. PEDRO ZABALA, AMIGO CRISTIANO
(Éstos son, a su juicio, los elementos distintivos del proyecto de Jesús)
*Ese movimiento era de personas iguales, no jerarquizadas. Supera el patriarcalismo judío: hay mujeres entre sus seguidores: alguna como María de Magdala, muy próxima. Después de su muerte, parce que en la pluralidad de comunidades cristianas, hay algunas presididas por una fémina.
*El respeto a los niños, meros criaditos en las familia judía, a las que pone como ejemplo, frente a la pretensión de quienes pretenden puestos de poder.
*La ruptura del tabú entre alimentos puros e impuros. Lo que puede manchar no es lo que se come, sino lo que sale del corazón.
*La admisión de pecadores públicos entre sus filas. No tiene reparo en comer en sus casas.
*Se dejar tocar por leprosos, por la hemorroísa.
*Es capaz de decir: tus pecados te son personados. Con grave escándalo de sus adversarios. El perdón era exclusiva de Dios. Y el mandato a sus seguidores de perdonar, como el Padre nos ha perdonado, transmitiendo un mensaje universal de paz y perdón.
*Sus mejores enseñanzas vienen en parábolas, género bíblico muy común. Pero con un alcance que nos parece revolucionario: El herido en el camino, al que orillan el sacerdote y el escriba y que sólo es atendido por el samaritano, el hereje; la del hijo pródigo, el padre bondadoso y el hermano fiel y protestón; o la de los trabajadores de distintas horas que reciben igual remuneración.
*Las bienaventuranzas para las víctimas y las Malaventuranzas para los opresores, en la mejor tradición profética.
*Su misma muerte en la Cruz, abandonado por su Abbá y sus seguidores. De ahí mana para quienes seguirle el mandato de desclavar a todos los crucificados de la tierra.
La pregunta más importante es: ¿por qué no desapareció con su muerte aquel movimiento, como lo hicieron otras muchas corrientes mesiánicas?. La respuesta, a mi juicio, nos viene de la fe: la realidad metahistórica de que su Abbá no le abandonó, sino que lo resucitó. Y la realidad histórica de que sus pobres seguidores, muertos de miedo, lo sintieron vivo y se lanzaron a proclamarlo. Y luego llegó Pablo, de perseguidor a converso, con su marketing evangelizador, como agudamente lo describió Pablo Saban, que lo abrió a los gentiles.
Luego la historia continuó: Y el sanedrín que perdieron los judíos lo heredamos los cristianos, con su inevitable alianza con los poderes económico y político y la ruptura con nuestra raíz abrámica. El Concilio Vaticano II quiso abrir las puertas y abrirse al mundo moderno y a nuestras raíces. Pero luego, el miedo las cerró y entramos en un invierno eclesial. Hoy parece que soplan aires primaverales. ¿Florecerá la esperanza?. Sólo hay un camino: Volver a Jesús, aquel judío marginal.
PIKAZA, JESÚS “EXPULSADO” (CONDENADO) POR UN TIPO DE
JUDAÍSMO
(Retomo unas palabras de mi libro La historia d Jesús que replantean en otro contexto el tema; a diferencia de
M. Sabán, e incluso de P. Zabala, pienso que la diferencia de Jesús se encuentra ya en su mismo mensaje. No le mataron meramente los romanos del imperio, como dice M. Sabán; le condenaron los
sacerdotes del templo... y le sigue rechazando el mejor judaísmo, domo indicaré citando a J. Klausner).
Conforme a la versión de Mc 14, 61, los sacerdotes preguntaron a Jesús : ¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito (=Dios)? Esta pregunta se ha entendido muchas veces desde una perspectiva cristiana posterior, como si los sacerdotes se preocuparan por la posible filiación divina, intra-trinitaria, de Jesús (en plano ontológico). Ese dato ha hecho que algunos nieguen la historicidad de fondo de la escena.
Pero el tema en cuestión no es de tipo ontológico o trinitario (en abstracto), sino, más bien, mesiánico.
-- Todos los israelitas pueden afirmar, sin miedo, que ellos son hijos de Dios. Por otra parte, el ser (o decirse) Mesías no es delito en Israel... Pero el tema está en la forma de entender y cumplir el mseisniamo.
-- El problema está en la forma en que Jesús ha expresado su pretensión mesiánica... iniciado un movimiento que en el fondo iba en contra de la sacralidad exclusiva del templo judío Los sacerdotes de Mc 14 rechazaron el mesianismo de Jesús no porque fuera en contra de algún principio dogmático (ontológico), sino porque se oponía al modelo de culto y sociedad israelita que ellos proponían.
Los sacerdotes no podían condenar a Jesús por llamarse simplemente Mesías, Hijo de Dios. Un siglo más tarde, en la guerra del 132-135 d. C., el Rabí Akiba reconoció a Bar Kokba como Mesías, hijo especial de Dios, sin que hubiera por eso que juzgarle. El problema no era saber si Jesús es Mesías (¡que lo podía ser!), sino su forma de “romper” un tipo de identidad nacionalista-sagrada de Israel, tal como vendrá a codificarse pronto en el rabinato misnáico.
En ese sentido, la causa de la condena de Jesús fue de tipo “político”, como sabe Jn 11, 47-53, pero de tipo político judío, no meramente romano. Según Mc 14, los que condenaron a Jesús fueron algunos sacerdotes de Jerusalén, no el pueblo judío de entonces (¡Jesús era judío!), ni mucho menos el judaísmo posterior... Y le condenaron por el modo en que entendía y realizaba el mesianismo, poniendo en riesgo lo que, según ellos, constituye la esencia de la identidad nacional israelita (fundada en pureza genealógicas, leyes de separación sacral y comidas). La condena de Jesús fue un problema intrajudío.
-- No le condenaron por ninguna razón meta-histórica... Es decir, por su pretensión divina, ni por algún tipo de dogma de Nicea o Calcedonia, no por una visión de la Trinidad. Eso son super-estructuras posteriores.
-- Le condenaron por su forma "político-social"de entender el judaísmo... pues Jesús rompía un tipo de visión de la "justicia nacional", una forma de entender la identidad israelita, siendo judío como era.
Desde una perspectiva social y nacional, desde los principios de seguridad del sistema, los que condenaron a Jesús lo hicieron “según justicia”, de tal forma que en ese nivel no se les puede acusar de nada, como he puesto de relieve en Historia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2013. El problema está en saber si hay “algo” más allá de esa justicia. El problema está en saber si el proyecto de Jesús resulta “socialmente viable” en línea de justicia.
Desde ese fondo podemos entender mejor el proyecto final de Jesús. Todo era judío en su vida y en su obra y, en esa línea, él podía presentarse como Hijo de Dios, en sentido israelita.
-- Jesús desarrolló de un modo radical, algunos principios proféticos de Israel, de tal forma que algunos judíos modernos han podido afirmar que fue el más consecuente de los judíos antiguos.
-- Pero, al mismo tiempo, precisamente por haber vivido su identidad de manera radical y sesgada (por encima de las leyes sagradas, desde los más pobres), las autoridades del judaísmo real (del eterno Israel) debieron condenarle, y lo hicieron con toda razón.
Esta es la visión de J. Klauner (judío experto, candidato a la presidencia del Estado de Israel) quizá el judío que mejor ha estudiado y presentado la vida de Jesús. Su texto, que cito con alguna extensión, me parece esencial para entender el tema:
Jesús comía y bebía con publicanos y pecadores, desatendiendo del tal modo el separatismo ritual y los principios de lo puro y lo impuro, incluso hasta donde eran aceptados por los "sabios" de fines del Segundo Templo. Curó en Shabat enfermedades no peligrosas. Justificó a sus discípulos cuando cortaron espigas durante el día de reposo, estimando en poco las leyes de su observancia...
El punto es claro. Los escribas y fariseos también creían en el reino de los cielos. Pero ellos no eran más que padres de familia: no tenían fuerza suficiente para quitar el estorbo de lo viejo en gracia de lo nuevo; ellos ponían lo nuevo encima de lo otro, juntaban lo útil y lo inútil, como un padre de familia con su depósito de posesiones.
Pero Jesús, el rey del reino de los cielos, el Mesías Rey, quiso separar lo viejo de lo nuevo: lo nuevo sería recogido en cestas, lo viejo desechado...
Pero el judaísmo no podía concordar con tal actitud. Para los judíos, su religión era más que una simple creencia y que una simple guía moral: era un modo de vida; la totalidad de la vida era abarcada por la religión. Un pueblo no perdura sobre un fundamento de fe y moralidad humanas generales; necesita una "religiosidad práctica", una forma ceremonial de religión que corporalice las ideas religiosas y también corone con un halo de santidad la vida cotidiana (Cf. J. Klausner, Jesús de Nazaret. Su vida, su época, sus enseñanzas, Paidós, Barcelona 1991, 369-371).
Conclusión
A Jesús le condenaron por su forma de entender (de condenar) el orden sagrado del templo judío, un orden avalado por toda la historia de Israel, por la ley y los profetas.
Ciertamente, Jesús era un buen judío, pero ponía en riesgo la identidad del pueblo y además, resultaba peligroso para el modelo imperial de Roma. Muchos judíos piensan que fue uno de los mejores representantes del judaísmo (no el único).
Pero hubo que condenarle porque la ley nacional debe cumplirse...El judaísmo "nacional" no puede aceptar a Jesús como Mesías, pues eso supondría auto-destruirse.
Ciertamente, no le condenó el judaísmo como tal, sino aquellos que (judíos o no) ponen (ponemos) la seguridad del sistema por encima de la libertad del amor, por encima de los pobres... Condenan a Jesús todos los que de un modo o de otro creen (quizá creemos...) que su proyecto mesiánico de amor al enemigo, de perdón y no-juicio, de apertura primaria a todos los pobres del mundo... resulta irrealizable.
Ciertamente, hoy, los "nuevos sacerdotes de Jerusalén" no habrían condenado a muerte a Jesús; quizá habrían encontrado otras maneras de "ajusticiarle" (aunque no estoy tan seguro de ello)... De todas formas, un proyecto como el de Jesús sigue estando "condenado a muerte", no por razón supra-históricas, sino radicalmente históricas: porque va en contra de nuestra forma histórica de entender la política, la sociedad de clases, la economía de los privilegiados.